Tredici

29 7 0
                                    

-Has estado evadiéndome -acusé, agarrando la puerta mientras estudiaba la figura de Jaehyun en la lujosa y ornamentada silla detrás de su escritorio.

Apenas levantó la mirada de la pluma que danzaba por el pergamino ante él mientras entraba al estudio.

-No. simplemente no me has buscado lo suficiente.

Solté una risa.

-No me había enterado de que estábamos jugando a las escondidas.

Jaehyun movió su vista rubí hacia mí, las líneas de sus ojos incrementadas por una sonrisa tenue.

-Oh, ¿no he sido lo suficientemente claro? ¿Por qué no entras y cierras la puerta? Estás dejando que salga el preciado calor.

Hice lo que dijo, cerrando la puerta gentilmente, sintiendo el bienvenido beso tibio de las fogatas gemelas que quemaban. Y sabía quién las había encendido. Habían pasado pocas horas desde que Minjeong había desaparecido a través de la pared de la recámara, dejándome con esa verdad descubierta.

-La noche anterior te fuiste y no regresaste. ¿Ahora esperas que te cace? -me mofé-. Cuánto derecho tienes.

-Y, aun así, ¿viniste por mí? -Jaehyun me estudió mientras zambullía la pluma en la tinta. Una sola gota de negro derramada en el pulido escritorio de roble-. Parece que tu cacería dio resultado, me has encontrado.

Me tragué mi respuesta, inseguro de por qué la irritación pasaba por mí.

-Era más fácil navegar mi rumbo esta vez.

Lo fue. Después de que Jaehyun me hubiera explicado su habilidad sobre las sombras y la oscuridad me pregunté si habría regresado. Pero hoy, parecía que el pasillo estaba enteramente iluminado por velas en soportes de hierro alrededor de las paredes.

-Lo quise así. Te dije que este estudio puede ser usado para tu... entretenimiento. Sentí que no debía mantenerlo oculto de ti.

Había memorizado el camino de vuelta a mis aposentos la noche anterior, manteniendo la dirección en mi mente. Una parte de mí esperaba encontrar el camino perdido en las sombras de Jaehyun, pero fue sencillo de encontrar. Cómo me había perdido antes no era capaz de entender. Pero también lo era su extraño poder.

Caminé en silencio por la habitación, manteniendo mi concentración en las estanterías frente a mí y no en la criatura diabólica que se sentaba murmurando en voz baja en su silla.

-¿Has comido, Renjun? -preguntó Jaehyun, el rostro iluminado con preocupación.

-No tengo hambre. -Mi apetito no ha regresado desde que vi al espíritu caminante.

-¿Hay algo que te moleste? -Me giré de los estantes hacia Jaehyun que ya no estaba sentado tras el escritorio. Ahora se paraba a unas pulgadas detrás de mí.

Inhalé profundamente a su repentina proximidad.

-Debes dejar de hacer eso.

-¿Qué? -Respiró. Su cabello blanco perfectamente arreglado. Ni una hebra fuera de lugar.

Lancé mi mirada a sus pies, apoyando mi mano en su quieto pecho.

-Por favor, Jaehyun, dame espacio.

Jaehyun retrocedió sin necesidad de pedírselo de nuevo.

-He tenido suficiente compañía como para entender que algo te molesta, Renjun.

Algo me había molestado, pero no estaba preparado para decirle a Jaehyun de la compañía que había tenido en su habitación. Minjeong. Ahora, con Jaehyun frente a mí, me di cuenta de cuán afectado estaba por la interacción. Usualmente Madre era la que me recordaba el peso de mi destino. Ahora, con ella lejos, tenía un fantasma de una joven chica que lo hacía en su lugar.

IncantareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora