Ventinove

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Le arrojé todo lo que tenía. Cada gramo de magia y energía. Con cada aliento rápido y delgado, comandé a los elementos como mis soldados. Mi guardia. Y escucharon, de buena gana. Descargas de viento, fuego y agua. El tiempo se me escapó de los dedos mientras perdía la capacidad de pensar en cualquier cosa que no fuera mantenerlo lejos de mí. Fue fácil al principio, manipulando la emoción que se agitó dentro de mí, alimentando a los elementos mientras rabiaban como mi protección.

Todo mientras mi espalda estaba presionada contra la pared de sombras manteniéndome lejos a mí y a él, de dejar este lugar maldito.

Observé con horror cómo la piel del rostro de Jaehyun se derretía como una ola de llamas corriendo a través de él. Fue un momento de cansancio. Un lapso en mi juicio ya que no evité que el elemento le hiciera daño. Todo el control se me escapó de las manos mientras miraba, un grito áspero resonando entre nosotros, mientras el fuego devoraba su piel.

Mi estómago se sacudió y se retorció, la bilis subió por mi garganta mientras tiraba de la llama de nuevo. Pero era demasiado tarde.

Jaehyun fue atrapado en un rugido, con la mano levantada para intentar hacer algo mientras la ola de fuego caía en cascada sobre él. Cuando bajó la mano, la piel se había quemado hasta revelar el hueso. El lado de su rostro fue el menos afortunado en contra de la peor parte de mi poder, expuso el cráneo debajo, reluciente y prístino, goteando con carne derretida.

Quería llamarlo por su nombre, pero mi voz era una confusión de ásperos graznidos. Mi garganta estaba tan seca que cada inhalación y exhalación parecía alentar una sinfonía de cuchillos para cortarla.

Su grito de dolor y conmoción pronto cesó. Por un momento llenó la noche, justo después, ni siquiera mi poder se atrevió a hacer ruido. El mundo fue silenciado.

¿Había ido demasiado lejos? Incluso mientras parpadeaba, no pude deshacerme de la imagen de la carne derretida contra el hueso carbonizado. ¿Había completado lo que estaba destinado a hacer?

Jaehyun levantó la mano ante nosotros y ambos vimos cómo la piel se arrastraba de regreso al hueso. Su carne pálida era como una pequeña ola de agua regresando a un bando de arena, dejando humedad a su paso.

Estaba curándose, rápido, ante mis ojos.

Jaehyun giró su muñeca, mostrando la hazaña con orgullo. Mi atención estaba completamente en torno al milagro ante mí. Carne muerta y quemada, sanando, nueva y fresca.

Cuando bajó la mano, reveló su sonrisa llena de colmillos, lo último de su piel se tejía de nuevo a través de su afilado pómulo.

-Me tuviste por un momento.

Jaehyun hizo un chasquido con la cabeza hacia un lado, el sonido hizo un ruido doloroso y fuerte por encima de los truenos de la lluvia que persistía a nuestro alrededor.

-Lo admito, incluso yo estaba aterrado.

Me dolían los brazos cuando los levanté en defensa y amenaza.

-La próxima vez quemará a través del hueso. -No creía mi propia advertencia, y por su sonrisa intensificándose, tampoco Jaehyun.

Soltó una carcajada cordial al oír mi voz quebrada.

-Ambos sabemos que no me mutilarás. Podrías haberlo hecho hace mucho tiempo.

Si no fuera por la fuerza constante de la barrera detrás de mí, habría caído al suelo de cansancio. Chispas de fuego regresaron a mis palmas, pero no con la fuerza que habían tenido antes. Incluso los vientos se calmaron a un suave susurro y la lluvia se calmó en una relajante ducha.

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