Ventiquattro

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-No te acerques. -Aquellas tres palabras de Jaehyun se sintieron como un dolor punzante en mi pecho. Apenas salieron enteras y comprensibles a través del siseo que salió de él. Su rostro estaba contraído, atrapado entre dos emociones diferentes. Rabia y... ¿era tristeza o conmoción? De cualquier manera, sentí cada momento mientras su mirada me atravesaba como la más desafilada de las espadas.

Ni siquiera había dado un paso antes de que me gruñera aquellas palabras. Todo lo que se interponía entre nosotros era la cama. No le impediría llegar a mí si así lo deseaba.

También me estremecí, pero de una manera diferente a Jaehyun. Mi frente se humedeció y la habitación parecía derrumbarse sobre mí.

-Yo...

-Tú... me engañaste.

-No, sí, Jaehyun, déjame explicarte. -No podía aferrarme a un solo hilo de claridad.

Jaehyun apretó las sábanas con un puño, las venas azules sobresalían de sus brazos bajo la tensión.

-¿Por qué...? ¿¡Por qué!?

Una palabra, eso era todo. Era todo lo que podía evocar, pero suficiente para apuñalarme en el estómago.

-Porque es para lo que fui traído. No tenía opción.

-Todos tienen opción. -Jaehyun hervía de rabia, la saliva volaba tras su gruñido.

-¿Tú también? -dije en voz baja e incapaz de mantener la mirada-. Porque, por lo que tengo entendido, fuiste arrojado en esta situación al igual que yo.

Los músculos del abdomen de Jaehyun se tensaron cuando se lanzó hacia adelante, golpeando la cama con sus palmas. Estaba seguro de que escuché el chasquido de la madera.

-¡No me compares con lo que tú eres! ¡No somos iguales en lo absoluto!

Se me hizo un nudo en la garganta. Me resultó difícil tragar el bulto que se había anidado en ella.

-No quise decirlo así.

-Entonces dime, Renjun, ¿qué quisiste decir? -Escupió mi nombre como si fuera un arma. Retrocedí, presionando una mano contra mi pecho.

-No necesitas creerme, pero lo que yo quiero es muy diferente a lo que necesita mi familia. He aprendido más sobre ti en estas últimas semanas que lo que he aprendido en años de estudio.

-¡Estudio! -chilló Jaehyun, agarrando las sábanas en sus manos y apretándolas-. No puedo creer que no lo vi venir. Me has atrapado en un maleficio, al igual que lo había hecho esa maldita perra. Todo esto... no eres nada diferente. Engañarme en la cama, forzar mi afecto. Todo para acercarte lo suficiente para matarme.

Minjeong estaba equivocada. Jaehyun no suplicó por lo que yo podía ofrecerle. Miré al suelo, esperando que mi cabello cayera sobre mis ojos para esconder las lágrimas que escurrían de ellos.

-No mantengo ese tipo de poder sobre ti. -Cada palabra que me dijo se sentía como si otra roca hubiera sido lanzada a mi alma, cada una dejando una cicatriz a través de mi piel como un recordatorio-. Estás en tu derecho de confiar en mí o no, pero no solo he aprendido más sobre ti, sino también sobre mí. No quiero lo que mi aquelarre desea. Si me matas ahora, o durante la noche final, no me importaría.

Jaehyun se detuvo, pero me atreví a levantar la mirada, solo para observar aún más desconfianza en su hermoso y dolorido rostro.

-¿Dime por qué ellos... ustedes desean mi muerte? -Su voz estaba calmada, tanto que casi solté mi aliento en alivio.

Podía haberle dicho que no era mi deseo. Repetirlo una y otra vez, pero la mirada en su rostro me decía que era muy tarde para eso. Él no confiaba en que no era lo que yo quería. Ni lo culpaba por ello.

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