ʜɪᴅᴅᴇɴ ʟᴏᴠᴇ (amor oculto):
Jane nunca imaginó que estaba viviendo su primera vida y que existía un hilo rojo que unía a las almas gemelas, aunque ella no tenía uno. Pero ¿qué debería hacer cuando descubre que está conectada por este hilo rojo con ot...
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Después de tres días, Jane finalmente pudo tener una conversación privada con su tío, Sion. Quería entender la prisa por el matrimonio que se llevaría a cabo en menos de un mes y también las intenciones detrás de haberle presentado a Yangmi.
—Mi mamá está de acuerdo y hablé con los señores Song...
—Por favor, dime que no vas a seguir los típicos pasos de los coreanos.
—Perdón.
La disculpa fue suficiente para decepcionarla un poco, pero Jane decidió seguir apoyando a Sion. Aunque nada cambiaría, casarse antes de que se notara el embarazo de Yangmi hacía que las cosas parecieran forzadas, o al menos eso pensaba Jane por la educación que había recibido.
—No importa, ya está hecho —dijo sin ocultar su desconcierto.
—Lo sé, pero necesito tu ayuda.
Jane deseaba irse por donde vino y desaparecer hasta después de la boda. Quizás así todo terminaría bien para ella. Sabía que al resto de la familia no le agradaría su travesura ayudando a Sion y recibiría un castigo severo, que no involucraría tarjetas de crédito, cuentas bancarias ni dinero.
—¿Cuánto te ofrecieron? —preguntó Jane directamente, estresada y frustrada al saber que la abuela Jihyun y la tía Jinah lo sabían.
—Si es niña, me ofrecieron 10 millones de wones para ponerle el apellido Choi y otros diez al dársela a Yeonjun para fingir que es su hija.
La menor apretó los puños y maldijo mentalmente a su abuela por manipular a las personas de maneras tan ruines. La tía Jinah quedaba en segundo plano; ambas eran iguales, ofreciendo dinero a cambio de lo más preciado: una nueva niña Choi. Hacer pasar a su hermano Yeonjun como el padre biológico era cruzar los límites.
—Dios, Yeonjun apenas puede con su vida y quieren darle una hija —dijo Jane, con lógica aplastante—. Lo más razonable es dársela a Nara o Chaerin.
—¿Y a ti?
—Yo soy la menos indicada. Y si necesitas mi ayuda en...
—No la quería para eso, sino que necesito tu ayuda para hacer cambiar de opinión a la familia y que el bebé en camino no salga herido.
Terminó de decir, dejando a su sobrina pensando, con la mirada baja, planeando una estrategia y considerando qué podría arriesgar a cambio de la paz de un bebé que aún no nacía.
Dinero, ellos no lo necesitan.
Que la empresa tenga más ingresos y ganancias, ya lo hace.
—Escucha, Sion, pensaré en algo y te lo contaré, pero quiero ir a dormir.
