Perdóname (cap 19)

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Fausto: "Bueno, si así lo decides."Daniel caminaba hacia la salida. Me sentía devastado. ¿No vino por mí? ¿Por qué se iba? La ansiedad me consumía. No quería quedarse allí, quería irse con él. "¡No puedo quedarme aquí más tiempo! (Pensaba).
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Liam: ¡¡¡Papá!!! —grité con todas mis fuerzas, mi voz rasgando el silencio con desesperación y angustia.

Daniel se dio la vuelta y me miró. En ese instante, nuestras miradas se encontraron y el aire se volvió denso; mi corazón latía tan rápido que parecía que iba a estallar.

Liam: Por favor, no te vayas —dije mirando al suelo, avergonzado y con miedo a ser rechazado. Sentía las lágrimas quemándome los ojos, pero me negaba a dejarlas salir.

Daniel: Pensé que tenerme junto a ti te daba asco. Yo solo te complacía.

¿Complacerme? Me metiste en un infierno mayor al que ya estaba. ¿Infierno? ¿Realmente era un infierno? En realidad, no la pasé tan mal. Me robaste mi identidad, pero me sentí querido y protegido por primera vez en mi vida. ¡Mierda! Nacho tenía razón, soy débil — pensé, sintiendo una mezcla de confusión y dolor.Corrí hacia Daniel, me arrodillé ante él y me agarré de su pierna, sollozando.

Liam: Por favor, papá...

Daniel: Suéltame —dijo de manera fría, como si mis lágrimas no significaran nada para él.

Liam: Papá, perdóname. Todo lo que dije no era cierto, estaba frustrado, lo dije sin pensar —mis ojos se llenaron de lágrimas, y mi voz temblaba. Daniel intentaba apartarme de su pierna, jalándome, pero yo me aferré más, sintiendo que si lo soltaba, lo perdería para siempre.

Liam: Por favor, papá, papito, no puedes dejarme así —me atreví a alzar la mirada para ver a Daniel a la cara.

Parecía contener sus lágrimas, se hacía el fuerte. Lo sabía; él me quería aunque intentara negarlo.

Liam: Papá —dije suavemente, mi voz quebrada—. Tengo miedo, no quiero perderte, quiero estar contigo.

Daniel dejó de sacudir su pierna. Lo miré y él se agachó para verme con una sonrisa. En sus ojos podía ver lágrimas a punto de estallar, y en ese momento supe que también estaba sufriendo.

Daniel: Yo nunca te dejaría solo, mi bebé —me acarició la cabeza con ternura—. Tranquilo, solo quería que tú mismo vieras lo difícil que puede ser la vida si no me hubieras encontrado —   Yo fui tu salvación —(pensó Daniel) mientras me abrazaba con fuerza, como si quisiera protegerme de todo el dolor del mundo.

Don Fausto: Vaya dilema.

Liam: Entonces, ¿me llevarás contigo, verdad? —pregunté con esperanza en la voz, aferrándome a la idea de no perderlo.

Daniel: Sí, pero las cosas serán diferentes a partir de ahora —nos soltamos y Daniel me tomó de la mano con determinación..

Miré a Luis, quien parecía muy tranquilo a pesar de la situación.

Liam: ¿Qué haremos con él? —dije mirando a Luis con el ceño fruncido, sintiendo una oleada de desconfianza.

Daniel: Jajaja, tranquilo, solo estuvo conmigo un tiempo para ayudarme en algunas cosas, aunque le pedí que me siguiera el juego.

Luis: Yo te vi por la ventana y le avisé a Daniel.

Liam: Ya veo, entonces, ¿nunca tomaste mi lugar?.

Luis: No, lo que hice con Daniel todo este mes fue trabajar para él. Aunque, para ser sincero, te tengo envidia. Tu vida parece muy fácil.

Liam: ¿Fácil? —le respondí con enojo, sintiendo que no entendía nada—. Mi vida ha sido de todo menos fácil. Antes no era nada fácil vivir día a día.

Aprendiendo a ObedecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora