Cap: 27 | 𝐋𝐚 𝐨𝐭𝐫𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫, 𝐲 𝐞𝐥𝐥𝐚

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FLORENCE

Septiembre 2018

Nunca esperamos las traiciones de alguien que dice amarnos, en realidad, se supone que si nos rodeamos de personas que juran querernos de alguna forma, una traición  es lo último que venimos aproximarse. Es por eso que, estar así, aquí... era horrido.

—No puedes derrumbarte de esta forma, Florence, tienes que salir— Isabella, mi mejor amiga, yacía junto conmigo al pie de mi cama, dándome un poco de ánimos, que desde luego, no me nacían por ningún lado— Tu bebé te necesita, llevas dos días encerrada en este cuarto.

Mi cuerpo frío estaba bajo las sabanas, sepultado bajo las asfixiantes sabanas que me cubrían desde el cuello hasta los pies, mis manos arrugadas, la piel seca, mis ojos derramando lágrimas sin parar y el estruendoso ruido de mi hija llorando desde su habitación me comenzaban a volver loca, quizás todo esto era una alucinación, ni siquiera se si este infierno debía ser real.

—No quiero salir de aquí— susurré, sorbiendo mi nariz— No quiero encontrármelo.

—Pero tampoco puedes hundirte en la tristeza como hace unos meses, no otra vez, no ahora— ella intentaba hacerme entrar en razón, pero parece que mientras más pasan las horas, peor se hace el dolor— Michael puede volver del hospital en cualquier momento, y si lo encuentras en el pasillo es tu turno de enfrentarlo, de romperle la cara si eso quieres, ¡Pero sal de estas cuatro paredes, Florence, por Dios!

Isabella se había vuelto la enemiga número uno de mi marido, y yo su burla número uno.

Ayer había nacido la hija que Michael tuvo con su amante, con su estupida secretaria de la cual no recuerdo su nombre, pero debe ser algún nombre de zorra seguramente. Y la noticia me ha desvanecido como una piedra golpeando un cristal muy fino.

Hacía unos cuantos meses me había enterado de la infidelidad de mi esposo, y creo que nada en el mundo dolía más que ser traicionada por una persona que juró ante un altar respetarte y amarte el resto de sus días. Me casé tan enamorada de él, tan ilusionada y llena de sueños que pensé compartíamos, pero descubrir mediante mensajes de texto que me estaba engañando con esa asquerosa mujer era el golpe más bajo del mundo.

Y la cereza del pastel... la otra mujer estaba embarazada, y hoy, mi esposo ya era padre por segunda ocasión.

Michael corrió en cuanto esa víbora le llamó desesperada diciendo que su fuente se había roto, ni siquiera terminó de almorzar conmigo y nuestra bebé Mía, simplemente corrió, tomó su auto, y se fue con ella, abandonándome a mi, a su verdadera hija, prefiriendo a su amante, y el fruto del pecado que cometieron, el cual, estaba por ver la luz.

𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐌𝐔𝐉𝐄𝐑 | Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora