Cap: 1 | 𝐌𝐢𝐬 𝐝𝐨𝐬 𝐯𝐢𝐝𝐚𝐬

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Residencia Jackson Pembrooke
Manhattan, New York
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MICHAEL

Como todas las mañanas, mi café estaba caliente sobre la mesa, mi periódico listo para ser leído con las nuevas noticias de hoy, el desayuno se hallaba en perfecto estado así como mi flamante esposa, esperándome.

Sonreí medianamente a la señorita del servicio que yacía cruzada de manos junto a la mesa para que se retirara y nos dejara solos.

Florence corrió a abrazarme y besar mi mejilla, dejándome una marca de labial rojo, la cual limpió enseguida con cuidado.

—Ya está listo el desayuno, cariño— dijo, al tiempo en que nos sentábamos para comenzar a comer, observé los platos y la mesa en general, había pan dulce, fruta fresca, huevos con tocino y leche tibia— Le ordené a Vicky que le pusiera un toque de miel a la fruta, justo como te gusta.

Asentí con la cabeza a modo de agradecimiento hacia mi mujer, ambos tomamos un tenedor.

—¿Saldrás hoy?— pregunté, clavando un pedazo de fruta en las puntas del cubierto para después llevar a mi boca el trozo— Tengo entendido que tienes una cita en el salón de belleza.

—Si, así es— respondió tomando de su taza de café— También iré a hacer algunas compras que hacen falta en la casa, me iré con el chofer después de que regrese de llevarte a la oficina.

—Me parece excelente— murmuré— Hoy quiero que luzcas muy bella, mi padre organizó una cena con mi hermana y su esposo, me pidió específicamente que tú también fueras. Mencionó que se trataba de algo importante.

Florence limpió las comisuras de sus labios con una servilleta, me miró perpleja y extendió una sonrisita por su rostro.

—¿En serio?, adoro cenar con tu familia— aplaudió dos veces— Ten por seguro que me esforzaré, ¿podemos llevar también a Mía?

Alcé mis hombros.

—No lo sé, pero no veo el porque llevar a nuestra hija sea un problema— dije claro. Miré rápidamente el reloj en mi muñeca dándome cuenta de la hora que hacía— Debo irme, tengo una junta con un par de socios en media hora, después el tráfico es terrible.

Casi olvidaba mi apretada agenda. El semblante de mi esposa decayó un par de segundos, supongo que todo lo que había preparado para desayunar juntos tendría que ser guardado.

—Entiendo— ella también se levantó del asiento, tomé con agilidad mi portafolios del suelo y esta se acercó a acomodar mi corbata y ajustarla, siempre quería verme impecable— ¿Estarás ocupado a medio día?

Enarqué mis cejas viéndola por debajo gracias a la diferencia de estatura, mordí la esquina de mi labio inferior con perspicacia.

—¿Por qué?— respondí con otra pregunta.

—Quisiera llevarte el café que tanto te gusta de aquella cafetería en la esquina de Central Park, y una rebanada del pan croissant que últimamente disfrutas comer.

—Ese tipo de cosas las hace mi secretaria— carraspeé mi garganta cuando terminó de acomodar mi corbata y se alejó de mi— Es la tercera vez que quieres hacer deberes que no te corresponden, Florence.

Mi esposa se cruzó de brazos, endureciendo sus facciones.

—Ya se que no te gusta que vaya a tu oficina y te encuentre con... esa— escupió con cierto grado de horror y repudio— Pero entiéndeme.

—Más bien, no me gusta que ustedes dos se encuentren, podrías causar una guerra mundial— aclaré con calma.

—Pues, no creo que a todas las esposas les guste ver a la otra mujer de su marido— rodó los ojos en blanco y suspiró vagamente— Mucho menos cuando esa niña también va a verte a tu oficina.

𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐌𝐔𝐉𝐄𝐑 | Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora