Cap: 28 | 𝐇𝐨𝐥𝐚, 𝐨𝐭𝐫𝐚 𝐯𝐞𝐳

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Editorial Jackson Enterprises
Manhattan, New York
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FLORENCE

Los preparativos para la boda estaban marchando de maravilla, mi cuñada Olivia me ayudaba en algunas cosas y junto a la ayuda de su hermano creo que en menos de una semana estará todo listo para la celebración.

No queremos una gran fiesta tan emblemática como nuestra boda de hace seis años, Michael si era de la idea magistral, con una orquesta, palomas en el cielo y un gran banquete en el salón premier de Nueva York. Sin embargo, después de recapacitar, logré convencerlo de algo menos llamativo o escandaloso, pronto nuestra hija cumpliría seis años y para ese día si deseaba algo estruendoso.

La emoción no cabía en mi pecho, llevo días y noches imaginando cómo sería el día en que por fin comencemos una nueva vida Michael, Mía y yo, era como un sueño estar planeando nuestra renovación de votos, era lo que siempre soñé, por lo que siempre luché.

Y no podía desaprovechar la oportunidad.

—¿Está mi esposo, Devon?— pregunté a su secretario quien alzó su mirada hacia mi, últimamente visitaba mucho a Michael, creo que debí de hacerlo desde hace años.

—No, señora Jackson— afirmó el chico quitando las gafas de lectura de su rostro— Pero está por terminar una reunión en unos cuantos minutos, podría esperarlo en su oficina— me señaló la puerta a su lado.

—Claro, gracias— respondí y me adentré en la oficina de mi marido la cual estaba vacía.

Era un hombre bastante ocupado, siempre lo fue, quizás por eso al principio me ocultaba sus infidelidades de manera tan sutil, escudándose en el trabajo, en la empresa, y en sus pendientes.

Su oficina era linda, masculina, con colores neutros y marrones en las paredes, elegante porque le gustaban mucho los lujosos adornos y tecnología de primera.

Unos papeles yacían sobre su escritorio, un par de carpetas que por curiosidad tomé para echarles un vistazo, dejé mi bolso en la mesa y sostuve las hojas que me parecían extensas de información.

Me llamó la atención, era un contrato ya firmado por él y alguien más, con letras doradas brillantes en la parte superior de las carpetas decía:

Fedrerick Imperio

Alcé mis cejas, he oído ese nombre antes.

—Esta empresa es tan peculiar, en Londres los edificios tienen más colores.

Una fuerte y gruesa voz interrumpió mis pensamientos cuando de inmediato la puerta de la oficina se abrió sorpresivamente. Giré sobre mis tacones para encontrarme con nada más y nada menos que una cara familiar para mí.

Tragué saliva.

—Oh, vaya, sorpresa, sorpresa— vaciló en mi dirección.

Mis ojos solo pudieron clavarse en la figura imponente y grande que se había colocado frente a mi, sus iris innatos de un azul claro también me observaron brillantes. Creo que ni siquiera pude pensar nada cuando por inercia, ambos sonreímos hacia el otro.

—Máximo— susurré, casi sin poder creerlo.

—Máximo— susurré, casi sin poder creerlo

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𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐌𝐔𝐉𝐄𝐑 | Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora