𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐌𝐔𝐉𝐄𝐑 | Michael Jackson

Cap: 3 | 𝐒𝐨𝐫𝐩𝐫𝐞𝐬𝐚

MICHAEL

—Papá...

—No, Michael, tener un bebé con tu secretaria no va a ayudarnos en caso de que tu esposa no quiera tener otro hijo. ¿O qué?, ¿acaso tú amante ya está embarazada y no has querido decírnoslo?

La suposición de mi padre fue tan descabellada como su alocada idea de presionarnos a mi hermana a mi a cobrar la herencia del abuelo Henderson.

Fruncí mi ceño consternado levemente y pasándome una mano por el cabello, miré a Olivia sentada a mi lado con mi misma expresión, sin embargo, esta también me escudriñaba, preguntándome sin hablar exactamente lo mismo que mi padre.

—Deben estar bromeando— reí con gracia ante ello— No, Taylor no está embarazada, por Dios, ¿cómo es que suponen eso?

Papá rodó sus ojos en blanco y le dió un leve golpe a la mesa con su mano en forma autoritaria.

—Porque si ya te atreviste a tener una hija con tu amante una vez no dudo que en esta ocasión quieras usar la misma estrategia. Pero te lo advierto ahora, Michael, esto tiene que ser verídico, moral y ético, no puedes llegar con un hijo de tu secretaria a reclamar la herencia— exclamó— Además, tu esposa no merece todo el drama que le haces vivir.

—Bien, de acuerdo— me puse de pie ofusco de escuchar su voz molesta entrar en mis oídos— Sea como sea, esto me parece muy loco, papá. No puedes ser tan drástico.

—Concuerdo con mi hermano— Olivia me apoyó copiando mi anterior acto— No nos puedes obligar a tener hijos hasta que alguno de ellos resulte ser un niño. No somos máquinas.

—¿Entonces prefieren que alguno de sus primos maneje todas nuestras cuentas bancarias?, ¿eso es lo que quieren?— el hombre se cruza de brazos con autoridad suma y nos mira desafiante, las comisuras de sus cejas se han elevado— Porque si es así, díganle adiós a todos sus caprichos de niños ricos, a los viajes, los coches, las compras, las cenas caras, los spas y los flamantes regalos que damos en navidad.

—Papá, es que...

—Si eso es lo que prefieren entonces esperemos a que sus primos reclamen la herencia y nosotros perdamos todo— sonrió con sarcasmo puro— ¿No es así?

La oficina se inundó de un silencio verdaderamente estresante, el cúmulo de reclamos que podíamos mi hermana y yo escupir era comparable con la frustración que sentía nuestro padre en este segundo. De reojo observé a Olivia, centrada en no lanzarle a papá su tacón de aguja Louis Vuitton.

Suspiré vagamente pensando en cómo esto sería una opción viable para tener en nuestro poder el absoluto control del dinero familiar.

Tristemente mi abuelo murió hace unos años, y dejó estipulado todo sobre el ápice financiero de los Jackson al primer nieto que tuviera un hijo varón. Mis primos no tenían bebés, pero sí estaban casados, mientras que Olivia y yo teníamos únicamente niñas: mi sobrina de un año, mi princesa Mía de cinco y mi princesa Lily de cuatro.

¿Qué tan oportuno sería cobrar la herencia del abuelo ya mismo?

—No seguiré hablando más, no vine hasta aquí para esto— mi hermana se gira en dirección a la puerta y camina en posición obsoleta hasta salir.