•✧•
Residencia Jackson Pembrooke
Manhattan, New York
•✧•FLORENCE
Sábado.
Un día que resultaba ser inusual, diferente, un tanto extraño para mi, pero completamente extraordinario para Michael quien, aparentemente, busca cambiar y desde hace casi tres meses mueve cielo mar y tierra por demostrar ser otro. Lo cual no se si me emociona lo suficiente o me asusta.
Sin embargo, hoy era la cúspide de su "cambio", motivo por el cual tuve que preparar con ayuda de las chicas del servicio, un lindo almuerzo, lleno de comida para niños y postre, por supuesto.
Hoy conocíamos a Lily, la otra hija de Michael.
Pensar en ello no me disgustaba al cien por ciento pero no era tampoco el mejor evento de mi vida. Mía ya sabía sobre su hermana perdida, y por lo visto, lo había tomado bien, aunque mi pequeña no era nada tonta, olfateaba algo no común, pero no podía descifrar que era, estaba por cumplir seis años, seguía sin saber sobre las infidelidades o los amoríos pecaminosos.
Yo fui quien le permití a mi esposo poder ver a su otra hija y conocerla por fin, cuando prácticamente lo amenacé al descubrir que podría estarme mintiendo la última vez. Y se había tomado en serio mis palabras.
Las manos me temblaban mientras terminaba de peinar a Mía frente al espejo de su habitación, mi bebé también peinaba a sus muñecas concentrada, pero platicando conmigo.
—¿Por qué papi nunca nos dijo sobre mi hermana, mami?— cuestionó pasando el cepillo por el cabello largo de una Barbie con quien jugaba.
Rocié spray fijador en sus coletas bien hechas tratando de pensar que responder a eso, básicamente era una pregunta que no tenía que resolver yo, no me sentía lista. Pero Mía parecía muy interesada.
—Oh, pues... a veces hay cosas que son complicadas de decir, mi amor— contesté, al tiempo en que tragaba saliva para aclarar mi garganta seca— Los adultos somos complicados.
—¿Y tú crees que ella nos quiera, mami?— volvió a preguntar, mirándome esta vez mediante el espejo— Yo no quiero una hermana de mi edad, ¿qué tal si papá la quiere más que a mi?
Fruncí el ceño completamente sorprendida de las palabras de Mía, porque no sabía que pudiera sentirse amenazada por una niña que ni siquiera conocía. Terminé de peinarla y me di la vuelta para estar a su altura en cuclillas, sujeté sus manitas, apretándolas.
—No pienses ni digas eso, cielo, papi te ama muchísimo— le aseguré, viéndola fijamente— Además, ella es un año menor que tú, y debes ser amable, Mía, ¿qué es lo que te hemos enseñado?— inquirí.
Comprendía las inseguridades de mi princesa y no eran para menos, no era fácil enterarte de la noche a la mañana que tienes una hermana, del mismo padre pero de diferente madre. Menos cuando tienes casi seis años.
Mía suspiró lentamente y asintió con su cabecita.
—Está bien, mami— terminó diciendo. Me incliné a besar su frente buscando darle alguna especie de confort a su muy confundido cerebro.
Enseguida tocaron la puerta y Cindy se dejó ver en el marco de la misma.
—Señora Jackson, el señor ha llegado con su invitada, me ha pedido que le avise que puede bajar con la señorita Mía— índica ella.
Mi pequeña me voltea a ver con sus ojitos nada tranquilos, es como si estuviera apunto de conocer a un monstruo o algo parecido. Regresé a ver a su niñera.
ESTÁS LEYENDO
𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐌𝐔𝐉𝐄𝐑 | Michael Jackson
أدب الهواةLa prestigiada empresa editorial Jackson Enterprises era dirigida por el millonario y muy codiciado ejecutivo Michael Jackson, quien vivía una doble vida, casado con su esposa Florence criando juntos a una niña, mientras que al mismo tiempo mantenía...