Entrelazados

58 11 53
                                    


Entrelazamiento cuántico en el amor verdadero

Imagina dos almas gemelas nacidas de la misma estrella, dos mitades de un mismo corazón latiendo en universos paralelos. Unidos por un hilo invisible que desafía las distancias y el tiempo, como si sus destinos estuvieran entrelazados desde el principio de los tiempos.

Al igual que las partículas cuánticas entrelazadas, estas dos almas comparten una conexión profunda que trasciende lo físico. Son dos seres individuales, pero a la vez forman parte de un todo inseparable. Lo que le sucede a uno, instantáneamente repercute en el otro, sin importar la distancia que los separe.

Es como si compartieran un mismo aliento, una misma esencia. Sus pensamientos se entremezclan, sus emociones se contagian y sus alegrías y tristezas se reflejan en el otro como en un espejo. No necesitan palabras para entenderse.

Al igual que los científicos buscan comprender los misterios del entrelazamiento cuántico, estas almas gemelas buscan descifrar los enigmas de su conexión. Sienten una fuerza invisible que los atrae, una intuición que los guía y un amor que los une más allá de las palabras.

Su amor es un faro en la oscuridad, una brújula que los guía en la vida. Son dos almas que se complementan, que se necesitan y que se sostienen mutuamente.

Juntos, forman una danza cósmica, una melodía perfecta que resuena en la sinfonía del universo. Su amor es un entrelazamiento cuántico en el plano emocional, una prueba de que la conexión entre dos almas puede trascender las barreras del espacio y del tiempo.

Es un amor que desafía las leyes de la física clásica, un amor que nos recuerda que somos seres interconectados, parte de un mismo universo infinito y misterioso.
Esas dos almas son Hange y Levi.



La noche envolvía a Paradis en un manto de terciopelo, salpicado por el brillo tenue de las estrellas que titilaban como luciérnagas celestiales. Levi y Hange cabalgaban uno al lado del otro, sus siluetas recortadas contra el cielo oscuro. Un silencio confortable reinaba entre ellos, roto solo por el sonido acompasado de los cascos de sus caballos contra la tierra y el crujir de las hojas secas bajo sus botas. ras un largo viaje, se aproximaban a su bosque. La espesura de los árboles se perfilaba como una promesa de refugio y paz. Al llegar al claro donde habían decidido establecer su nuevo hogar, Hange descendió de su caballo con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro. Levi la imitó, aunque su corazón latía fuerte por los nervios.

Las primeras piedras, símbolo de un nuevo comienzo, yacían en el suelo, esperando ser transformadas en un refugio acogedor. Hange las contempló con emoción, imaginando ya las paredes que las rodeaban y la calidez del hogar que albergarían.

La brisa fresca acariciaba sus capas verdes, como una bienvenida susurrada por la naturaleza. En ese instante, una sensación de paz y tranquilidad los invadió. Ella estaba tan concentrado que no solo sintió como él la hizo sentarse en una roca, Levi daba vueltas de un lugar a otro y Hange solo se rio.



- ¿Quieres ir al baño? JAJAJA 

Volvernos a Encontrar Parte DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora