Enfermedad y Familia

55 11 40
                                    


Desde la llegada a aquel planeta había transcurrido tres semanas, lo primero que todas las personas notaron era que se encontraban solos, aunque existían ruinas de una ciudad que Hange determinó era mucho más avanzada que la suya, había rastros de destrucción, pero no por titanes lo que significaba tal vez que se enfrentaron a una guerra, quizás los pobladores huyeron a otro mundo o murieron, fueron las teorías que Hange pensó.

Las 62 personas se unieron con determinación para reconstruir la ciudad, entre las ruinas, encontraron materiales inesperados; obsidiana y cuarzo, que brillaban con un fulgor misterioso bajo la luz del sol, con esto paso a paso fueron reconstruyendo todo.

Levi y Hange, buscando un refugio para su familia, se toparon con una pequeña casa circular en las afueras de la ciudad. A diferencia de las demás construcciones, esta vivienda se encontraba en buen estado, con algunos ventanales que permitían la entrada de luz natural. No presentaba tanta suciedad como las otras casas, lo que la hacía un lugar más habitable. Con la ayuda de los chicos del 104, Levi y Hange comenzaron a limpiar los escombros que la rodeaban, creando un espacio seguro para sus hijos y para ellos mismos.

Alrededor de la casa, un bosque de árboles púrpuras se extendía como un manto protector. Sus ramas, adornadas con hojas de color violeta intenso, creaban un ambiente mágico, tranquilo y misterioso.

 Sus ramas, adornadas con hojas de color violeta intenso, creaban un ambiente mágico, tranquilo y misterioso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los días pasaban y en cielo se veía la gran luna llena. Hange veía como dormían plácidamente Titán y Kuchel, después de darles de comer, cambiar sus pañales con una nueva tela, los recostó en la cama, , lamentaba no tener más ropa, para sus pequeños, pero por lo menos estaban seguros y las prendas que los cubrían les proporcionaba el calor necesario, para las noches frías. Se recostó en la cama que habían creado con Levi, era suave y estaba hecha con algo parecido a la paja.

Los pequeños duermen plácidamente, con sus rostros angelicales y sus diminutos dedos entrelazados en los de Hange. La comandante observa a sus hijos con una ternura indescriptible en sus ojos. Sus labios se curvan en una sonrisa mientras sus dedos acarician suavemente sus suaves mejillas.

- Mis pequeños... son tan perfectos.

Hange inclina su cabeza hacia abajo y roza su nariz con la de la niña. La pequeña frunce el ceño ligeramente, como si estuviera a punto de despertar, pero luego vuelve a dormirse. La comandante repite el gesto con el niño, quien también permanece dormido.

- Sus piececitos son tan pequeños...

Hange levanta la manita del niño y la observa con fascinación. Sus dedos son tan diminutos y frágiles. Luego, levanta la manita de la niña y la coloca junto a la del niño. Sus dedos se entrelazan de nuevo, como si supieran que son hermanos.

-Serán inseparables, lo sé. Además les voy hablar de todo lo que sé, de los titanes, biología, química... Los voy a cuidar siempre.

Hange abraza a sus hijos con fuerza contra su pecho. Se siente llena de una felicidad que nunca antes había experimentado. Escucha llegar a Levi, con cuidado se levanta, para no despertar a los bebés.

Volvernos a Encontrar Parte DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora