Mentiras impulsivas.

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Sé que he dicho cosas que te pudieron haber herido en aquel último capítulo de este libro. Te mentí diciendo que no sabía si aquel día fue la desgracia en mi vida, pero no es así. Mentí, lo siento.

Tú eres de lo mejor que me ha pasado. Aquel 24 de mayo lo tengo tatuado, no literalmente, sino en el corazón y la mente, como una constelación que brilla en mis recuerdos. Es el día que le dio comienzo a muchas cosas más, como la primavera que sigue al invierno. No sé si llegaste a leer aquel libro de Stephen King que te di la vez que te conocí. En alguna página de aquellas, hay un escrito que sin pensarlo se volvió vivo, como si las palabras se hubieran escapado de las páginas para susurrarte nuestro destino. Espero lo hayas tenido presente.

Sé que mis palabras dolieron y estoy arrepentido por eso. Te di mis motivos y resolvimos el problema, como dos navegantes que encuentran el rumbo en medio de una tormenta. Me gusta saber que contigo puedo llegar siempre a una solución sin sentir pena. Sabes escuchar y eso es algo poco común en la actualidad, como encontrar una flor en el desierto. La gente se siente algo sobrenatural, que merece cielo, mar y tierra, y casi se sienten algo celestial.

Tú has sido de verdad una ayuda en esto de la vida, un faro que guía mi barco en noches oscuras. Con cada día que pasa, me siento más convencido que esto no es algo que solo pasa. Espero que llegue a algo más que solo una bonita historia de amor y sea aquella guía para aquellas personas que no saben lo que les pasa.

Sé que dije cosas impulsivas que quizás te hicieron dudar de mis sentimientos. No puedo evitar recordar cómo tu voz, dulce y calmada, tiene el poder de hacerme olvidar todo lo malo, como una melodía que apacigua la tormenta dentro de mí. Cada vez que leo tus mensajes, aunque sean cortos, mi día cambia por completo, iluminado por la certeza de que te tengo en mi vida.

Te he escrito tanto porque es mi forma de expresarte todo lo que significas para mí. Incluso cuando las palabras no son suficientes, cada letra lleva un pedazo de mi corazón. Si alguna vez no has tenido claro lo importante que eres para mí, déjame decirte nuevamente: tú eres la razón de mi felicidad. Tu presencia, tus ojos que reflejan la luz más pura, y esa sonrisa que podría revivir a los muertos.

Te quiero y mucho. Espero lo tengas presente cada vez que me tienes de frente, como un poema susurrado al oído, como una promesa hecha en silencio. Aunque mis palabras pudieron haber dolido, estoy agradecido por haberte aclarado mis dudas y por comprender que, ahora se que hay veces que te cuesta expresar lo que sientes,para mí no hay problema. Te seguiré escribiendo porque es mi forma de decirte todo lo que significas para mí.

Con cariño y aprecio.

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