Sueños y recuerdos.

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En los días en que no puedo pasar más tiempo contigo del que anhelo, tus recuerdos se convierten en mi refugio. En medio de la neblina de la distancia y la rutina, revivo esos momentos que compartimos, aquellos que en su momento fueron pequeños destellos de alegría y que ahora, al evocarlos, se transforman en faros de luz que guían mi alma. Esos instantes, aunque breves, tienen el poder de traer de vuelta una sensación indescriptible que me hace sonreír aun en la soledad.

A veces, cuando el sueño me llama y cierro los ojos, tú apareces en mi mente. Eres una visitante frecuente en mis sueños, una presencia constante que se manifiesta de distintas maneras. Hay noches en que apareces de repente, transformando el escenario onírico con tu sola presencia, llenándolo de color y vida. Otras veces, eres la protagonista de mis historias nocturnas, creada por un subconsciente que anhela tu cercanía. Imagina, entonces, cuánto influyes en mi vida, que hasta en mis estados menos conscientes te haces presente.

Tu risa, tus palabras, tu mirada, todo de ti permanece conmigo. Incluso en los sueños, eres el hilo conductor de mis emociones, la musa de mis pensamientos más profundos. Eres la esencia que me acompaña, aun cuando el tiempo y la distancia intentan separarnos. En esos momentos de quietud y reposo, tu imagen se vuelve nítida y palpable, y siento que estás ahí, compartiendo conmigo ese espacio intangible donde los sueños y la realidad se entrelazan.

Cada despertar trae consigo la dulce melancolía de haberte tenido tan cerca, aunque solo haya sido en sueños. Sin embargo, esa cercanía onírica alimenta mi espíritu y me da fuerzas para enfrentar el día. Saber que incluso en mis sueños sigues siendo parte de mí, me llena de una paz indescriptible. Es como si nuestras almas se encontraran en un plano distinto, más allá del tiempo y el espacio, donde nada ni nadie puede separarnos.

Tus visitas nocturnas son un recordatorio constante de lo mucho que significas para mí. Aun cuando no estoy plenamente consciente de ello, eres la llama que nunca se apaga, la constancia en mi existir. Gracias a ti, incluso los momentos de oscuridad tienen un brillo especial, y mis sueños encuentran en ti su razón de ser. Eres el anhelo que llena mis noches y la inspiración que ilumina mis días.

En esos sueños, vivimos aventuras, compartimos secretos, y reímos juntos. Cada detalle, cada gesto tuyo, queda grabado en mi memoria onírica como un tesoro invaluable. Eres el refugio al que siempre quiero volver, el lugar seguro donde mi alma encuentra consuelo y alegría. Y al despertar, aunque la realidad me devuelva a la distancia, tu esencia permanece conmigo, llenando mis días de un amor que trasciende lo físico.

Hay noches en que la frontera entre el sueño y la vigilia se difumina, y puedo tomar control de mis fantasías oníricas. Esos sueños lúcidos me permiten buscarte deliberadamente, caminar a tu lado, hablar contigo, sentir tu presencia como si fuera real. En esos momentos, soy consciente de que estoy soñando, y aprovecho esa lucidez para prolongar tu compañía, para crear juntos mundos donde solo existimos tú y yo, sin límites ni barreras.

Así, aun en la distancia, sigues siendo la protagonista de mis historias, la musa de mis pensamientos, y la dueña de mis sueños. Eres la prueba viviente de que el amor verdadero no conoce barreras, y que incluso en la soledad, tu presencia se siente tan fuerte como siempre. Estás en mí, en cada suspiro y en cada latido, recordándome que el amor trasciende el tiempo y el espacio, y que siempre, en algún rincón de mis sueños, estarás tú, esperándome.

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