Parte 21

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Eddie y Buck salen del restaurante, con Buck sosteniendo la botella de vino con emoción. Ninguno de los dos tiene claro qué están haciendo, pero saben exactamente por qué. Sus corazones laten a mil por hora, y la sensación es tan emocionante que no pueden evitar dejarse llevar. Las estrellas brillan en el cielo, y una pequeña llovizna comienza a mojarlos. Ambos se observan a los ojos, algo tímidos, pero sonríen.

Eddie, nervioso, sugiere caminar por el parque, y Buck asiente divertido. Caminan despacio, disfrutando de la sensación de la lluvia en sus rostros. Buck toma un sorbo de la botella y luego se la pasa a Eddie, quien también bebe, riendo por la espontaneidad del momento. A medida que avanzan, empiezan a salpicar charcos con sus pies, compitiendo por ver quién hace la salpicadura más grande.

La botella de vino pronto se queda vacía y es dejada a un lado. Las gotas de lluvia brillan en sus rostros, reflejando la luz de las farolas. Finalmente, exhaustos y empapados, se desploman en el pasto, riendo y respirando pesadamente, mientras observan las estrellas que empiezan a asomarse entre las nubes.

Eddie no puede evitar confesar: "Leí las notas."

Buck lo mira, asustado, imaginando todos los escenarios catastróficos posibles. Justo cuando iba a preguntar cómo era eso posible, Eddie se apresura a decir: 

"Chist, las guardó todas," dice Eddie divertido.

Eddie le cuenta todo lo que Chist le dijo, y Buck solo quiere que la tierra se lo trague. Es mucho peor que aquella vez que Hen leyó su nota en voz alta.

 "Lo siento," se disculpa, pero Eddie niega con la cabeza. Ambos siguen acostados, observando las estrellas.

 La llovizna es leve, perfecta para el momento. Eddie observa de reojo a Buck, quien tiembla levemente. Sabe que es un hombre fuerte, testarudo y orgulloso, pero ante la noche y la atmósfera romántica decide quitarse su saco azul y pasárselo a Buck.

Buck lo observa sin saber qué decir, aún acostado. Entonces, copia la acción de Eddie y se sienta tomando el saco que Eddie extiende hacia el.

—¿Y tú? ¿No sientes frío? Mejor póntelo de nuevo —dice Buck, sosteniendo el saco entre sus manos.

Eddie niega con la cabeza. —Solo póntelo —dice con una sonrisa.

Guardan silencio por un breve momento hasta que Eddie vuelve a hablar:

—Puedes devolvérmelo mañana o el día que quieras —Buck le sonríe avergonzado.

—Perdón por oler tus camisas, sé que es raro y...

—Está bien. Aunque estoy algo envidioso de mis playeras.

Ambos se sonrojan ante la confesión de Eddie y sueltan una carcajada.

—Perdón, eso sonaba mejor en mi cabeza.

Buck asiente y finalmente se coloca el saco. Ambos vuelven a acostarse lado a lado. El pasto, la noche, la lluvia; el momento era perfecto. En un punto, quedan en silencio, sin saber cómo retomar la conversación que dejaron pendiente en el restaurante.

Buck rompe el silencio.

—Eddie, sobre lo que me ibas a decir...," 

"Sobre lo del restaurante,"

 "Tú primero," vuelven a repetir.

Al final, Buck le hace señas a Eddie para que hable. 

"Bueno... yo..." Pero antes de que Eddie termine de hablar, el sonido de una llamada los interrumpe. Es el teléfono de Eddie. Frustrado, le pide disculpas a Buck, se levanta y va hacia uno de los árboles para evitar que su teléfono se empape más.

Robar tú corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora