Parte 27

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Buck se dirigía a los casilleros, aún perdido en sus pensamientos después de la breve interacción con Eddie en la cocina. Necesitaba espacio para procesar todo lo que estaba pasando entre ellos, pero su mente no dejaba de darle vueltas a la misma pregunta: ¿por qué Eddie había estado tan distante últimamente? Y, lo más importante, ¿por qué él mismo había estado huyendo?

Justo cuando llegó a la zona de los casilleros, se topó con Chimney, quien parecía estar revisando algo en su casillero con una mezcla de nerviosismo y determinación. Buck levantó una ceja, notando el comportamiento inusualmente inquieto de su amigo.

—¿Chim? —dijo Buck, frunciendo el ceño—. ¿Estás bien? Pareces... alterado.

Chimney casi saltó del susto, girando hacia Buck con una sonrisa tensa. Sus manos rápidamente se metieron en el bolsillo, como si estuviera escondiendo algo.

—¡Oh, Buck! —respondió Chimney, tratando de sonar casual—. Sí, sí, todo bien. Solo... ya sabes, un día normal en la estación.

Buck lo observó con sospecha. Algo definitivamente estaba fuera de lugar.

—¿Seguro? —insistió Buck, acercándose un poco más—. Pareces estar escondiendo algo.

Chimney soltó una risa forzada y agitó la mano, como si quisiera restarle importancia a todo el asunto.

—¡Para nada! No hay nada que esconder, nada en absoluto —dijo, aunque su voz temblaba ligeramente—. Solo estaba... pensando en una broma que quería hacerte. Pero... eh, tal vez otro día.

—¿Una broma? —Buck arqueó una ceja, aún sin estar convencido—. ¿Qué clase de broma?

Chimney tragó saliva y se dio cuenta de que debía cambiar de tema rápidamente antes de que Buck empezara a sospechar de verdad.

—Eh... nada importante. Mejor no te preocupes por eso —dijo Chimney, sonriendo con nerviosismo mientras cerraba su casillero de golpe—. Solo, eh, me alegra verte, Buck. Ya sabes, a veces las cosas pueden ser confusas, pero... todo se arregla al final, ¿verdad?

Buck frunció el ceño, confundido por las palabras crípticas de Chimney, pero decidió no presionarlo más. Si había algo que Chimney quería decirle, estaba seguro de que lo haría en su propio tiempo.

—Sí, claro... supongo —respondió Buck, aún perplejo—. Oye, Chim, si alguna vez necesitas hablar de algo, ya sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad?

Chimney sonrió, sintiéndose un poco más aliviado. Asintió con la cabeza, agradecido por el apoyo de su amigo.

—Lo sé, Buck. Lo sé —dijo Chimney, dándole una palmada en el hombro antes de comenzar a alejarse—. Solo... recuerda que algunas cosas requieren tiempo. Y, bueno, a veces las respuestas están justo frente a nosotros.

Buck lo observó alejarse, aún sin comprender del todo lo que Chimney quería decir. Mientras abría su casillero, sacudió la cabeza y decidió que, tal vez, lo mejor era dejar que las cosas se desarrollaran por sí solas. Pero había algo de lo que estaba seguro: necesitaba encontrar a Eddie y hablar con él. No podía seguir evitando lo inevitable.

Justo cuando estaba a punto de cerrar su casillero, algo llamó su atención: un montón de notas arrugadas amontonadas en el fondo. Sorprendido, y tratando de recordar cómo habrían llegado allí, tomó una de las notas y la abrió con curiosidad. "No huyas de mí, por favor", leyó Buck, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro al reconocer la caligrafía de Eddie. Cuando alguien te gusta, reconoces todo de esa persona, hasta su letra.

Robar tú corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora