50. el incio del fin.

14 0 0
                                    

Acaricie su mejilla,  manteniéndolo entre mis brazos, poco a poco su cuerpo se relajaba, respiraba con más tranquilidad.

—¿estas bien? —pregunte en un susurro sin dejar de dar caricias por su cuerpo sudado a medio vestir.—

—se sintió increíble.. —sonrió cansado acurrucándose aún más entre mis brazos. Tome mi suéter y lo cubrí con ternura y acto seguido abrí la ventana prendiendo un cigarrillo, dejando ver cómo poco a poco los vidrios comenzaban a desempañarse dando vista a la ciudad.—de que querías hablar Zeta.. sigo curioso con eso.. —pregunto de forma dulce, acariciando mi mejilla, y posando un mechón de cabello tras mi oreja—

—Son varias cosas Conrad.. —suspire nervioso intentando buscar las palabras correctas en mi cabeza— pero.. quiero saber de Ethan Harper, ¿cuanto sabes de él?

—Realmente no me gusta hablar de eso Azora.. ¿por qué insistes? —pregunto algo irritado, pero como siempre con aquella curiosidad latente—

—tengo curiosidad..

—¿tú? ¿Curiosidad? —se levantó a medias de mis brazos mirándome atónito— quien eres y que le hiciste a mi novio.

—Conrad, Yo conozco a tu padre.

Una mueca se formó en su rostro, sus ojos reflejaban cierto ápice de dolor, una pequeña desconfianza y sentimiento de traición. Su nariz comenzó a moverse y rápidamente busco su ropa, comenzando a vestirse molesto.

—Si lo conoces por qué quieres que te cuente de él—demando en forma de pregunta, mirándome con enfado—

—quiero saber más de ti.

—por qué quieres que hable de mi si tú nunca hablas de ti —nuevamente se abrazo a si mismo y yo solo pude dar un suspiro.— por qué siempre ocultas todo de ti.. solo por qué he podido verte se que dibujas, pintas y cocinas.. realmente no sé nada de tu pasado y eres mi novio.. hay veces en las que quisiera saber más de la persona a la que amo.

—Te amo, por eso no digo nada de mi. —conteste tomando su mano pero este la evitó por completo. Di un suspiro alcanzando mi café que no había sido tocado hasta ahora buscando las palabras correctas y la seguridad necesaria para lo que estaba apunto de hacer.—¿ves esto de aquí? —indique mi abdomen una cicatriz y asintió confundido— para Talasa no fue suficiente golpearme por tanto tiempo. Me cortó el abdomen con un cuchillo cuando tenía 8 años, con la excusa de saber si sangraba en dos tonos—sus ojos se llenaron de horror pero continúe tras una calada y un sorbo del café amargo— ¿sientes esto? —tome su mano y deje que con estas palpara una cicatriz en mi cabeza, escondida entre mi pelo— a mi padre ebrio y drogado le pareció buena idea azotarme en el suelo por tener manchas en mi piel, azotarme la cabeza hasta partirla con tan solo 6 años—sus ojos expresivos reflejaban el dolor y el miedo que sentía de todo esto— ¿Sabes cómo vivía con 7 años? —otra vez negó, esta vez mirándome con suplica— Bleu robaba la droga de mi padre para venderla y comprar comida porque ni mamá ni papá recordaban que debíamos comer.— algunas lágrimas se asomaron en sus ojos, mirándome con lastima pero no me detuve. Con la voz entre cortada proseguí— ¿recuerdas las tijeras de Bleu?, ¿esas con las que me cortó el cabello? Con esas tijeras me defendía siendo solo una cría—mi pecho se apretó, un nudo en la garganta me ahogo pero nuevamente me negué a detener mis palabras.—¿recuerdas que Talasa tiene una cicatriz a lo largo de su ojo? —nuevamente asintió esta vez comenzando a asentir contra su voluntad, lo notaba en sus expresiones; estas siempre tan claras como el manantial.—Bleu se la hizo ahogada en su irá luego de ser violada por él, solo por defenderme todo el tiempo. —suspire y con un hilo de voz dije lo último que debía— ¿y recuerdas que falleció mi familia en un incendio? —su mano tomo la mía y asintió llorando, con los labios temblorosos— ese incendio lo provocó Bleu para darnos una mejor vida lejos de esa gente drogadicta que solo se dedicó a maltratárnos —mis mejillas se humedecieron, le di una última calada al cigarrillo y lo mire con miedo, con temblores en mi cuerpo y con aquella presión en el pecho por todos esos recuerdos— por eso no me gusta hablar de mi Conrad, por qué te amo y sé tu pulcro y noble corazón no querría oír esas historias.

Metanoia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora