sombras del conflicto

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El sol, como un intruso indeseado, se filtraba por la ventana, arrancándome de un sueño intranquilo. La fatiga de la noche anterior se aferraba a mi cuerpo, cada músculo dolía con el recuerdo de los golpes y arañazos que había recibido. Al contemplar mi reflejo en el espejo de cuerpo completo, pude ver las marcas de la batalla, testimonios visibles de un enfrentamiento tumultuoso.

Decidí sumergirme en una ducha reparadora, en un intento por aliviar la tensión que se había acumulado en mi cuerpo. Una vez que el agua caliente calmó mis músculos tensos, me dirigí al comedor, donde la atmósfera estaba cargada de hostilidad y silencio.

-¡Buenos días, familia!- intenté romper el hielo con una sonrisa forzada, pero la tensión persistía. Mi padre Jeyfer, mi hermana Mónica y mi madrastra Angelina estaban reunidos en la mesa, cada uno perdido en sus propios pensamientos.

Mientras me entraba el trozo de carne a la boca, me llegó la pregunta del por qué teníamos la guerra con los vampiros. Así que decidí acabar con el silencio y dije -¿Por qué tenemos esta guerra con los vampiros?. Mientras mire a mi padre con cara curiosa.
Solo me miró y entre cerró los ojos, pero siguió comiendo. Así que volví a preguntar.

-No es asunto tuyo Carlota. Respondió bruscamente, su tono de voz detonando su irritación.
Cosa que me sorprendió, solía ser frío, pero no llegaba a hablarme mal, así que supuse que no estaba teniendo una buena mañana.

-Pero necesitamos saberlo, padre. Desde que tengo memoria estamos peleando por una causa desconocida y tú, que eres el líder y jefe de nuestro pueblo, no haces nada para resolverlo. Estoy cansada de tanta muerte y tanta desgracia.-Insistí, enfrentándome a su mirada dura y fría.

-¡Basta ya, Carlota! No tienes por qué cuestionar mis decisiones Explotó mi padre, su paciencia alcanzando su límite.

-Estoy cansada de ver cómo mi gente muere. Tenemos el derecho de saber por qué estamos peleando, todos tiene un principio y un fin. Necesitamos saber el origen de todo esto. -Respondí con determinación y desafiandolo con la mirada.

-Si no fuera por tu terquedad, tal vez podríamos seguir desayunando en paz. Para que quieres saber, solo tienes que obedecer y ya está listo, hermanita. -Mónica espetó con una mirada afilada hacia mí.

-Mejor cállate, Mónica que no estás ayudando en nada. ¿Dónde estabas tú cuando los vampiros nos atacaron? Te recuerdo que llegaste a último minuto cuando ellos ya habían huido. -Respondí sarcásticamente.

-Por qué no dices que eres una cobarde y que ya no quieres pelear, y que quieres que papá te diga todo como siempre lo hace, Carlota? -Mónica contraatacó, elevando la tensión en el comedor.

-Mónica tiene razón, deja de siempre querer llevar la contraria. -Soltó fríamente, Angelina, mi madrastra.

-¿Jeyfer, no piensas parar está discusión? -Dijo Angelina.

-No deberías hablar así a tu hermana, Mónica. Dijo mi padre intentando calmar la situación.

-Papá siempre está del lado de ella, ¡Nunca me apoya! No soy más que la oveja negra de la familia, papá siempre le das la razon a Carlota aunque no la tenga.
-Dijo Mónica, con irá y resentimiento en su voz.
Entonces papá se levantó bruscamente de la mesa, y dió un portazo con irá.

-¿Viste lo que conseguiste,  Carlota? -Espetó Angelina con furia.
-No eres más que la desgracia de esta familia.Volvió a decir con un tono burlón.

Decidí retirarme a los jardines, tal vez el aire fresco despejaria un poco mi mente, negándoles el placer de verme afectada por sus palabras hirientes.

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Vradimir

-¿En qué piensas tanto? -Geudy preguntó curioso, sacándome de mis pensamientos. 

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