Sonrisas y Disgustos»

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Mónica

La noche estaba iluminada por la luna llena, que pintaba el paisaje con su luz plateada. A lo lejos, los lobos aullaban, añadiendo un toque de misterio al ambiente. El cielo estaba lleno de estrellas, brillando como diamantes en la oscuridad.

Desde la colina, podía ver el pueblo adornado con luces, destacando en medio de la noche. El viento revolvía mi cabello mientras observaba el panorama, sintiendo una mezcla de tranquilidad y emoción.

A menudo buscaba refugio aquí, lejos de la tensión que se respiraba en mi hogar. Se dice que el lugar de paz debería ser tu hogar, pero para mí, cualquier lugar parecía ser más tranquilo que mi propia casa. Y todo giraba en torno a Carlota.

Carlota, siempre recibiendo la atención de mi padre, como si fuera la luz que guía su vida. Me llenaba de impotencia ver cómo le dirigía miradas de cariño, una sonrisa cómplice que me era negada a mí. Y por otro lado mi madre, siempre tratando de hacerme mejor que ella, como si estuviera en una competencia constante para demostrar quién era más digna de amor y atención. En mi casa, incluso en los momentos de calma, todo gira en torno a Carlota, dejándome en un rincón oscuro de la mente de mi padre y en un segundo plano en la vida de mi madre.

Pero agradezco no estar completamente sola, y eso es gracias a Edwuar, mi mejor amigo, siempre estando ahí para mí, y sé que realmente me quiere. Cuando me confesó sus sentimientos, me sentí confundida. No quería perder nuestra amistad si lo rechazaba, así que decidí aceptarlo, aunque en realidad no podía corresponder a sus sentimientos de la misma manera. Me dolía estar con alguien sin amarlo de verdad, pero Edwuar seguía a mi lado, apoyándome en todo, dispuesto a hacer todo lo que yo le pidiera. A veces me sentía culpable por no poder corresponder a su amor como él se merece, pero su amistad significa mucho para mí. Aunque mi corazón anhelaba a otro, valoraba profundamente nuestra conexión y eso me hacía sentir aún más ligada a él.

Y hablando del rey de roma... él empezaba a caminar hacia a mí. No sé me hizo extraño que supiera dónde estoy, ya que me conoce muy bien, y sabe que acá es dónde más vengo.

-¿Qué te perturba, mi amor? Ya hice todo lo que me pediste, y nos salió bien.-dijo mientras me dejaba un cálido beso en los labios, y se sentaba a mi lado.

-Solo vine a tomar un poco de aire. Sabes que prefiero estar en cualquier lugar menos en mi casa.-conteste dándole una débil sonrisa. Mientras el pasaba su brazo por encima de mi hombro pengandome más a él.

-Entiendo, Cariño.-dijo con calma mientras me abrazaba, atrayéndome hacia él. -Pero no puedes huir para siempre de tus problemas.

-Lo sé.- suspiré apoyando mi cabeza en su hombro. -Pero a veces me siento tan sola en esto... Cómo si estuviera peleando una batalla que no puedo ganar.- Él me abrazó con fuerza transmitiéndome su apoyo.

-No estás sola, mi amor. Estoy aquí para ti, siempre. Sabes que estoy dispuesto hacer todo lo que me pidas.

Asentí, y luego nos quedamos en silencio mientras admirabamos las estrellas...

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Carlota

Mientras mi padre abría la puerta roja, quedé sorprendida al descubrir la habitación secreta que había permanecido oculta en nuestras narices. Mi corazón latía con fuerza mientras mis ojos recorrían la estancia, y entonces los vi: los cuadros de mi madre, que pensé que estaban quemados, y que nunca iba a verlos.

Una extraña mezcla de emociones se apoderó de mí. Por un lado, sentí una profunda tristeza al darme cuenta de que nunca pude experimentar el amor y la presencia de mi madre en mi vida. Pero al mismo tiempo, una sensación de conexión inexplicable me invadió. Ellos tenían razón, yo era idéntica a ella. Los mismos ojos, su pelo, todos mis rasgos eran parecidos al de ella. Aunque su cuerpo era más voluntuoso, o sea más desarrollado. Pero después, todo era idéntico.

corazón de Doble Filo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora