Recuerdos y Revelaciones»

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-Hey, Carlita. Ven acá, si me haces subir hasta allá, será peor para tí.-dijo divertido, mientras intentaba localizarme entre las hojas del árbol en el cual me habia subido.

-Yaa, no te enojes.-dije divertida, mientras me bajaba del árbol.

-Aún no entiendo el por qué minimizas mi nombre.-dije mientras le arrugaba la cara.

-Es que Carlota me parece muy pesado para tí, aún no has crecido lo suficiente.-dijo divertido, mientras yo me cruzaba de brazos indigna con el ceño fruncido.

-No me importa. Mi nombre es Carlota y punto.-le dije refunfuñando.

-Está bien, Carlita.- y empezó a frotar con la palma de su mano, mi cabeza mientras alborotaba mi cabello.

-Ooyee, deja de...-me quedé sin palabras, porque de repente me agarró de la cintura pengandome a él, y dándome un beso fugaz en los labios. Y se echó a correr.

-¡No vuelvas a hacer eso!-grité mientras lo perseguía. -Antonella nos podría descubrir. Y ví como paraba en seco, al haber dicho aquel nombre. Y empezó a acercarse a pasos lentos así mí.

-¿Acaso eso no es más divertido si huele a peligro?-soltó con picardía, mientras me plantó otro beso.

-No te hagas, se que te mueres por esto.

-No seas egocéntrico.-dije mientras le dí un golpecito en el pecho.

-Siendo sincera, si me gusta cuando me dices Carlita. Me alcé de puntitas sobre mis pies, y ahora fui yo quien le plantó un beso, y me eché a correr.

Tock...tock...

El sonido de la puerta me hizo levantarme con brusquedad de la cama.

-¿Quién?-pregunté acercándome a la puerta para abrir.

-Soy yo, Yeimi.-dijo aún detrás de la puerta.

-¿Qué quieres?-espete con voz de recién levantada.

-Hablar, y disculparme contigo. Abreme porfa.

-Está tarde, deberías estar en tu casa. Además no quiero que tú madre se enoje más conmigo.

-Mi madre no sabe que estoy aquí...digamos que me escapé.

Abrí la puerta y Yeimi casi me cae encima, pero logró estabilizarse.

-Me podría haber avisado que ibas a abrir la puerta.-dijo divertido mientras pasaba a mi habitación.

-Ven sígueme.-dije dirigiéndome al balcón.

Nos quedamos parados observando el paisaje, desde ahí se podía visualizar el pueblo.

-Carlota...-dijo evitando mirarme a los ojos.

-No quiero estar pelado contigo, necesito de tu perdón para vivir en paz. No puedo con tu indiferencia.-dijo en tono abatido.

-Ya eso está olvidado, espero no vuelvas a actuar así. Sabes muy bien qué hay otras maneras para resolver los problemas.

Soltó un suspiro de alivio, y sus hombros se veían más relajados. Luego posó sus ojos en los míos y dijo:

-Aprovechemos este momentos de paz, mira a tu alrededor.- y así hice, el cielo estaba pintado de un anaranjado intenso, y las nubes adornandolo. De pronto, sentí como unas manos cálidas, tocaron las mías, y mirandome a los ojos y me dijo:

-Recuerdo cada momento que hemos compartido juntos, desde que éramos niños correteando por el jardín hasta este instante en que contemplamos el atardecer juntos. Hemos sido testigos el uno del otro creciendo, aprendiendo, explorando el mundo que nos rodea. Cada risa compartida, cada lágrima secada, cada sueño compartido, ha sido un hilo que ha tejido el tapiz de nuestra historia. Hemos vivido momentos de felicidad y momentos de desafío, pero siempre juntos, siempre apoyándonos mutuamente en cada paso del camino. Y en medio de todas esas experiencias, algo ha crecido dentro de mí, algo que ha estado ahí desde el principio, esperando el momento adecuado para florecer. He guardado en silencio este sentimiento que me consume, esta certeza que me llena de alegría y temor al mismo tiempo.-habló mientras un suspiro pesado se escapaba de sus labios, podía notar como sus manos temblaban un poco, y percibi el pulso de su corazón acelerado. Y siguió diciendo...

corazón de Doble Filo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora