Capítulo 6: Estampa del cielo

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Después de despedirse de su amiga, empezó a pesarle todo lo sucedido. La casi captura por la policía, la caída que le dejó la rodilla herida, ser abandonado por el chico que acababa de conocer y la frustración de no poder disfrutar de una noche divertida con su amiga por el simple hecho de que su existencia y la de lugares para personas como él estaban prohibidos.

La injusticia de todo aquello lo irritaba profundamente. Y, perdonad las formas, pero estaba de mala hostia.

A lo lejos, escuchó una voz familiar y se giró para ver de quién se trataba.

Metro ochenta y algo, espaldas anchas y pelo castaño perfectamente peinado.

No podía ser otro que Juanjo.

Se encontraba en un portal, acompañado por una chica que no conocía. Martin se detuvo, curioso, observándolo.

Se frotó los ojos, intentando asimilar lo que acababa de ver, y sintió cómo su ceño se fruncía involuntariamente.

Juanjo se estaba inclinando y le dándole un beso en los labios a la chica.

"Lo que me faltaba ya." pensó irritado.

Sin querer encontrarse a él, decidió continuar caminando, deseando llegar a casa lo más rápido posible.

"Pareces seguirme a todos lados," dijo una voz que emergió de la oscuridad.

Martin levantó la vista y se giró lentamente, maldiciendo en silencio.

Estaba más guapo que nunca, con un traje hecho a medida que resaltaba su ancha espalda y lo hacía parecer aún más alto de lo que recordaba.

Martin ignoró por completo eso, estaba agotado y abrumado, con el ánimo por los suelos después de una noche que había sido todo menos agradable. La insinuación de Juanjo, quien bromeaba con que el menor lo seguía, solo añadió leña al fuego de su frustración. ¿Esa era la impresión que tenía de él?

Además, el beso que acababa de presenciar lo había irritado más de lo que quería admitir, aunque no estaba dispuesto a reconocerlo ni ante sí mismo.

"Eres tú el que está en mi barrio," respondió de manera cortante.

"Eh, tranquilo, solo era una broma," replicó Juanjo, frunciendo el ceño ante la actitud del menor. ¿Por qué estaba actuando de manera tan idiota?

"¿Qué quieres, Juanjo?" suspiró Martin, visiblemente cansado.

"¿Cómo que qué quiero?" Juanjo abrió los ojos con sorpresa ante la frialdad de Martin. "Solo te estaba saludando, pero si te molesta, me largo."

Sin decir nada más, Juanjo se dio la vuelta, indignado y sin entender la repentina hostilidad de Martin.

"No, espera," lo llamó Martin, arrepentido. "He tenido una noche de mierda, pero tú no tienes la culpa. Perdona."

Juanjo se giró nuevamente y lo miró con cierta preocupación. "¿Qué ha pasado?" preguntó mientras examinaba a Martin de arriba abajo. Notó el desgarro en su pantalón a la altura de la rodilla, donde una herida con algo de sangre era visible. "¿Cómo te hiciste eso? ¿Te duele?"

Martin miró su rodilla nuevamente e intentó cubrirla con la mano, restándole importancia. "No es nada, es una larga historia. Realmente no quiero hablar de ello," se excusó.

"He ido a una fiesta en la que podía conocer a gente como yo y sentirme libre, pero ha aparecido la policía y el chico que estaba conociendo me ha dejado plantado en cuanto me he caído, me he reventado la rodilla y te he pillado... Bueno, eso no me ha molestado."

Entre el amor y la leyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora