Ꮺ ָ࣪ alerta 𓂃

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Después de la merienda realizarían actividades acuáticas, aptas para niños de 4 y 5 años, claro, todos se encontraban muy felices e impacientes por aquella actividad, pero primero debían recargar fuerzas.

Se encontraban en aquel restaurante, los niños en el área de juegos, los padres disfrutando de la comida, pero algo tenía a Jeno inquieto. Comenzó a removerse en su lugar, aquella isla era segura. ¿Por qué de repente sentía que no debían estar ahí?

Tan solo un año y medio le costó a Jeno ganarse el reconocimiento como Samoyed, tres para posicionarse como uno de los Tres grandes y cuatro para ser el más poderoso en la historia. Doce años en total llevaba formando parte de la mafia, doce años en los que había desarrollado un sexto sentido, un estado de alerta que nunca lo defraudaba.

De reojo observó un destello, uno similar al que se provoca cuando los rayos del sol chocan con alguna ventana. Enseguida volteó. Una camioneta se había marchado. Y después...

El sonido de una explosión.

Los gritos de las personas no se hicieron esperar.

Jeno y Jaemin se levantaron enseguida, el menor se acercó muy asustado.

Una segunda explosión.

Se estremecieron de nuevo. Las personas que asustadas corrían hacia la salida se detuvieron en seco pues las llamas se estaban adueñando de esta. La desesperación comenzó a reinar en aquel establecimiento.

–¡Chaewon! – Dijeron al mismo tiempo.

Dejaron su mesa y se dirigieron al área de juegos, los niños salían despavoridos en busca de sus padres y maestras. Jeno los esquivó como pudo, Jaemin ayudó a algunos cuantos que se cayeron en el proceso de salir.

–¡CHAEWON! – Gritó Jeno.

Buscó con la mirada entre todas las personitas en aquel lugar, pero su niña no aparecía.

–¡CHAEWON! – Insistió. –¡¿DÓNDE ESTÁS?!

Buscó en la parte baja de los juegos, en los toboganes, las casitas, las albercas de pelotas. La nena no estaba.

–¡Jeno, allá arriba! – Indicó Jaemin al llegar.

El mayor enseguida alzó su vista.

–¡Papi! ¡Papi!

La pequeña se encontraba en un laberinto en la parte alta de aquella estructura.

Jeno comenzó a subir, pero al llegar a lo más alto no podía continuar pues era un juego para menores de 10 años, el hombre era muchísimo más ancho que un niño de esa edad. Solo quedaba el laberinto donde la pequeña se encontraba atrapada.

–¡Chaewon! ¡Estoy aquí!

La pequeña asomó su cabecita hasta que pudo verlo.

–¡Papi! – Dijo con voz temblorosa.

–¡Amor, ya no puedo subir, acércate!

Ella negó, asustada.

–¡Papi está aquí, ven Chaewon! – Insistió el hombre. Pero ella una vez más negó con nerviosismo.

Jeno comenzó a desesperarse, su hija seguramente estaba aterrada por las explosiones que se habían escuchado, eso sumado a todos los gritos y llantos que se escuchaban, además de que posiblemente también les tenía miedo a las alturas.

–¡Cielito! ¡Papi te ayudará a bajar, pero necesita que te acerques! – Gritó Jaemin. –¡Eres muy valiente, mi niña!

–Amor, por favor. – Suplicó Jeno. –Acércate.

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