Capítulo 65

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El cielo se oscurecia bajo el manto de la noche.

La ciudad encendía sus luces y el ruido de música rondaba por el aire.

Midory y Sunimi salieron de clases rumbo a la entrada del instituto.

Byron y Deiner estaban por delante de ellas conversando.

Yoko se les acercó por detrás a las menores y las abrazo.

Midory y Sunimi se rieron aceptando el gesto.

—¿Creen que sea malo si me quedo a dormir con ustedes en su casa hoy? —cuestionó Sunimi.

Midory le miró y negó con la cabeza.

—No creo que haya problema. Es cierto que no hay mucha espacio en casa, pero en la cama que comparto con Yoko queda un espacio para ti —bromeó la rubia.

Sunimi entornó los ojos y miró a Yoko.

La mayor de los sakaguchi se encogió de hombros.

—Preguntemos primero si se puede. Vamos a casa y lo hablamos. Si dicen que no, te llevamos de vuelta a tu casa —comentó Yoko.

Sunimi y Midory aceptaron sus palabras.

A lo lejos, se podía ver el portón del instituto.

Los estudiantes salían en grupos de tres o cuatro mientras conversaban entre si.

Algunos grupos se correteaban y otros se quedaban quietos un momento para susurrarse algo.

Midory observó el ambiente notando como el viento mecia las hojas de los árboles y el sol crepuscular bañaba la estancia con un naranja intenso.

Esa tranquilidad y belleza se sentían como un sueño.

Despertando de su ensoñacion, Midory observó a los hermanos Howard subir a su auto personal conducido por Edward, el amigo de su maestro.

La joven levantó la mano para despedir a los tres.

Byron le devolvió el saludo y Edward se limitó a sonreír antes de arrancar el auto.

Los padres de Byron y Deiner se podían ver entre los asientos.

Midory les vio irse y luego siguió su camino junto a su mejor amiga y hermana.

La noche caería pronto en la ciudad.

Ciudad de Misaki. Distrito A. 5:20 PM.

Las calles bulliciosas del distrito hacían que el ambiente siempre fuera animado.

La gente reía y cantaba a su propio ritmo mientras disfrutaban de las tiendas de ocio.

La cafetería de misiones, uno de los lugares más populares para comer, estaba repleto de personas.

Un grupo en particular destacó entre el resto.

Leyla y compañía tomaban café mientras tenían sus maletas a un lado.

El tiempo transcurria y no se veía rastro de su mentor por ningún lado.

La menor de las tres hizo un gesto inconforme antes de sacar un cuaderno y empezar a escribir en el.

—¿Qué tanto garabateas en esa cosa? —consultó Karin.

—Es cierto. Es raro verte escribiendo. Normalmente eres más de leer —habló Tama.

Leyla las miró y termino de anotar lo que quería, luego cerró el cuaderno.

—Solo son ideas que se me vienen a la cabeza mientras pienso en mi hermano. Necesito anotarlas para no ponerme nerviosa y querer irme —comentó la joven.

Midory Y Las Reliquias Sagradas - #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora