𝟡- 𝑰 𝒉𝒂𝒕𝒆𝒇𝒂𝒍𝒔𝒆 𝒍𝒐𝒗𝒆 ❧

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Tres noches, un día, bastaron para volver a sentirme normal al caminar

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Tres noches, un día, bastaron para volver a sentirme normal al caminar.

Incluso cuando visitaba a mi hermano tenía que usar ropa lo suficientemente cómplice para no revelar los hematomas que hasta el día de hoy no han desaparecido completamente de mi cuerpo.

Pero no satisfecha con esa humillación, la gota que derramó el estanque fue cuando Satoru le pidió a Geto frente a mí que consiguiera una píldora de emergencia, haciéndole saber para quien la necesitaba. Hubiera preferido el crematorio a recibir la expresión de Suguru; confundida y mezclada con frialdad cuando vio que realmente me estaba tomando la pastilla, pues no era una broma como él pensaba.

Y aunque fuera degradante su inconsciente intrusión a mi vida sexual, era mejor que obtener una pequeña sorpresa gestándose en mi estómago, así que no me moleste con Gojo tanto como me hubiera gustado. Igual sería repugnantemente hipócrita de mi parte si dijera que lo odie, cuando no he sido siquiera capaz de borrar de mi mente los flashback donde me folla sin amabilidad.

En cuanto a él, no ha cambiado considerablemente su actitud conmigo, evitando las charlas largas e hiriendo mi orgullo cada que tiene la oportunidad, pero hay una cosa que no sabe que estoy viendo y esa es su insistencia excesiva por estar a mi al rededor, escupiendo vagas excusas para no verse necesitado.

¿Es demasiado narcisista creer que desde el sexo hay algo diferente en él?

Tal vez.

Intento no pensar mucho en eso, no cuando estoy comprando juguetes rodeada de otros niños inocentes. Me acerco a la caja registradora para pagar con tarjeta, tampoco me puedo quejar mucho de la vida cuando recibo tan buenas remuneraciones por prácticamente sentarme en un escritorio a leer.

Claro, sin contar lo jodido que era estar rodeada de hombres con la muerte en los ojos más veces de las que puedo contar con los dedos de las manos y lo peligroso que es convivir con un sujeto que no conoce razones para dejarme ir.

—Gracias, lindo día.

La cajera me sonríe perezosamente antes de tomar mis pertenecías e irme de la juguetería,  devolviéndole una sonrisa mejor que la suya en mi corto trayecto hasta las puertas de cristal.

Es un día fresco, no demasiado frío, no demasiado caluroso, simplemente brillante. Mi casa no está lejos, entonces puedo ir fácilmente a pie para dejarle los regalos a Dorian y después irme a barbie-hause antes de que anochezca, como tengo permitido por el farsante señor de las nieves.

𝑫𝒂𝒓𝒌𝒄𝒚𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora