𝟙𝟚- 𝑱𝒖𝒔𝒕 𝒂 𝒈𝒂𝒎𝒆.

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Nunca creí que el sexo se disfrutara de una forma tan bestial, hasta que conocí a Satoru Gojo y poso sus lindas manos vestidas de negro sobre mi piel

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Nunca creí que el sexo se disfrutara de una forma tan bestial, hasta que conocí a Satoru Gojo y poso sus lindas manos vestidas de negro sobre mi piel.

Toda la vida fui una chica informal, indiscreta, no soy linean y mucho menos falsa devota, sin embargo estos últimos meses escalé a la cúspide de lo que se puede catalogarse como; una perra sucia y pecaminosa.

Haberme convertido en una presa fácil que se sirve en bandeja de plata para el insaciable depredador, se siente como una eterna condena que sin saberlo estaba escrita para mí. Como si hubiera sido enviada hace mucho tiempo, en una carta que siempre estuvo destinada a mí.

¿Tengo al llamado dignidad o autoestima? Realmente lo dudo, pero tampoco me culpo. He sido manipulada, no, mas bien hechizada por un delincuente incoherente que se autodenomina "Santo", una puta fachada que esconde a un ser del bajo astral en la luminosa piel de ángel.

Pero Dios mío, eso ya no me afecta en lo absoluto.

No después de amanecer revuelta entre sus sábanas el fin de semana, luego de haberme follado tan duro como si fuera la última vez, impregnando su habitación con un radioactivo aroma a sodomia que doblegaría en lascivia incluso al humano más estricto e insensible.

Cuando amaneció, Satoru simplemente desapareció. Lo comprendí porque sé que es una persona bastante ocupada. No tenemos el mismo estilo de vida y tampoco planeo que lo tengamos. Él es del tipo que sin importar la cruda sexual que desató una noche, la mañana del día siguiente es impecablemente igual a la anterior.

Lo que no podía entender, era como los siguientes días se volvieron insaciables, frígidos y monótonos para mí.

Satoru estaba más ausente de lo habitual, solo llegaba a dormir, a veces ni eso. Geto me comentó que tenía viajes fuera de la ciudad, que nunca lo había visto tan estresado e insoportable por los negocios, que debíamos darle tiempo, y así lo hicimos, sabiendo que algo iba mal.

Tampoco respondía a mis textos.

No traté de profundizar en ello, me centré en mi familia y continué haciendo el mismo trabajo aburrido en la mansión; documentar papeles y asegurarme que los números estuvieran en orden, descartando básicamente estafas o fraudes en contra de sus empresas, o más bien los remates de eso ya que Nanami se encargaba de lo elemental.

𝑫𝒂𝒓𝒌𝒄𝒚𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora