🫐 ⋆。꩜Lecciones en Silencio°˖

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Rui se despertó temprano, justo cuando los primeros rayos del sol comenzaban a iluminar la ciudad. Salió de su escondite y se dirigió a las calles en busca de algo para desayunar. Se movía con sigilo, evitando a las personas que empezaban su jornada, sabiendo que un gato callejero no siempre era bienvenido.

Despues de un rato, llegó a un callejón donde los contenedores de basura solían tener restos de comida. Comenzó a buscar entre los desechos, utilizando su olfato para identificar algo comestible. Finalmente, encontró un pedazo de pan y algunos restos de carne. No era un banquete, pero sería suficiente para llenar su estómago por la mañana.

Terminó su desayuno y se escondió para transformarse en su forma de gato. Continuó su día explorando y buscando cosas que podrían ser útiles para él. La noche ya había caído y se fue a un parque cercano.

Se encontraba jugando con la arena y buscando cosas, cuando de pronto notó que una figura se encontraba cerca suyo. Se asustó bastante y pegó un brinco mientras dejó escapar un gruñido. La persona que lo observaba se acercó lentamente y se agachó, estirando su mano hacia él.

Tranquilo, pequeño. No voy a hacerte daño —dijo la figura con voz suave y tranquilizadora.

Rui se quedó inmóvil, observando a la persona con cautela. La luz de la luna iluminaba el rostro del extraño, revelando unos ojos cálidos y amables que contrastaban con el miedo que Rui sentía. Decidió no huir de inmediato y permitió que el extraño se acercara un poco más. La mano extendida del desconocido se detuvo a pocos centímetros de su hocico, esperando pacientemente.

¿Estás solo? —preguntó el hombre, manteniendo su voz baja y serena.

Rui, aún en su forma de gato, ladeó la cabeza y olfateó la mano del extraño. El aroma era diferente, una mezcla de jabón y algo dulce, como caramelos. Esto lo hizo sentir un poco más tranquilo, aunque no bajó completamente la guardia.

Parece que sí —continuó el hombre, acariciando suavemente la cabeza de Rui. El contacto era reconfortante, un recordatorio de que no toda la humanidad era cruel.

Después de unos minutos, el hombre se sentó en el suelo, mostrando que no tenía prisa y estaba dispuesto a esperar. Rui lo observó detenidamente, analizando cada movimiento. La paciencia del extraño comenzó a desarmar sus defensas. Sin darse cuenta, Rui comenzó a ronronear suavemente.

Así está mejor —sonrió el hombre—. Me llamo Tsukasa. ¿Y tú? ¿Tienes nombre?

Rui no respondió, obviamente, pero el nombre resonó en su mente. Tsukasa. Había algo en la manera en que se presentaba que lo hacía sentir seguro. Después de todo, no muchos humanos se tomaban el tiempo de ser tan amables con un gato callejero.

Tsukasa pareció entender su silencio y continuó hablando en voz baja, contándole historias de su día y de los lugares que había visitado. La voz de Tsukasa era un murmullo tranquilizador en la noche, y pronto, Rui se encontró relajado a su lado.

Finalmente, Tsukasa se levantó, pero no sin antes dejar un pequeño paquete de comida cerca de Rui.

Voy a estar por aquí más a menudo, si necesitas algo —dijo antes de alejarse lentamente.

Rui observó cómo Tsukasa se iba, sintiendo una extraña mezcla de emociones. La calidez de ese encuentro le recordó lo que había perdido y lo que aún deseaba encontrar. Guardó el nombre de Tsukasa en su corazón, sabiendo que tal vez, este encuentro podría cambiar su destino.

Maullidos que hablan🐾 ┆RuiKasa ┆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora