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Estaba viendo a mi novio sentado frente a mi, estábamos cenando en un lugar de mariscos muy bonito, ya que en estos días no habíamos tenido tiempo de salir por su trabajo, pero ya que se dio decidimos salir a respirar, sin celulares ni nada que pueda interrumpirnos.
-¿Tan guapo estoy?- dijo viéndome divertido.
-Es que me encantas- dije sonriendo.
-A mi me encanta como se te ve ese escote- dijo viendo la abertura de mi blusa.
-Ay Iván respeta, hay niños en la mesa de atrás- dije pegándole en el hombro haciéndolo reír.
-Que bonita que te preocupes por los niños, ya hasta me dieron ganas de hacerte uno- dijo casi soltando una carcajada -Ay amor, ya tiene rato que ni siquiera me das un besito bien- dijo cuando vio que intente hacerme la enojada.
-Cuando lleguemos a la casa hacemos lo que quieras- dije sonriéndole, viendo como se iluminaban sus ojos.
Rápidamente le hablo al mesero, haciendo que yo me apure a terminar mi comida, creo que si me había extrañado.
Durante el camino a casa estuvo tocando mi muslo sobre la tela de mi pantalón, dando leves apretones, verlo manejar con una mano me daban ganas de que me hiciera suya aquí mismo.
{•••} 𝐏𝐞𝐫𝐬𝐩𝐞𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚 𝐝𝐞 𝐈𝐯𝐚𝐧:
Estábamos en una sesión de besos y pequeñas caricias, que poco a poco calentaban el ambiente, ni siquiera pudimos llegar al cuarto, mi novia estaba sentada sobre la barrita de la cocina que estaba entrando a la casa.
Sentir su intimidad rozando involuntariamente contra la mía hizo que la presión de la sangre bajara aún más rápido, que continuó así cuando sentí lo mojada que estaba, escuchando los pequeños suspiros que soltaba en mi oreja cuando baje mis besos por sus hombros.
La baje de la barra, haciendo que recargue sus codos en esta al ponerla de pie, haciendo sus bragas a un lado sin quitárselas, sacando mi intimidad por el hueco del bóxer. Comencé a penetrarla lento, ver en el espejo de la sala su cara de satisfacción no tenía precio, quería que ella disfrutara esta noche, así que comencé a moverme poco a poco cuidando no lastimarla, mientras tomaba su pelo en una coleta improvisada, y mi otra mano en su clitoris moviéndose lentamente, aun que me moría por penétratela duro, se que le gusta aún más cuando lo hacemos lento.
Poco a poco sentí como sus paredes se contraían, haciendo que se sienta más apretado, así que comencé a moverme un poco más, sintiendo como terminaba, haciendo que sus piernas tiemblen levemente, mientras yo me corría dentro de ella, es tan perfecta que eso de hacerle un hijo dejo de ser una broma hace tiempo.
