~CAPÍTULO TRES~

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Visenya y sus hermanos estaban devastados. De hecho, desde que se enteraron lo de Sir Harwin Strong, ella no quería comer y lo que era peor, era que Laena también estaba muerta y debían asistir a su funeral. 

Mientras caminaba por el castillo, escuchó una conversación entre el rey Viserys, Alicent y su madre... justamente sobre ella y... Aegon.

—Yo he sentido la lucha entre nuestras familias últimamente, mi reina.—expresó Rhaenyra.—Y si he causado alguna ofensa, me disculpo... pero somos una casa, y... mucho antes de eso eramos amigas. Mi hija Visenya heredará el trono de hierro después de mí.

Visenya abrió los ojos sorprendida, aun escondida escuchando las palabras de su madre.

—Propongo que la comprometamos con su hijo, Aegon. 

Escuchar eso hizo que a Visenya se le revolviera el estómago y el corazón se le acelerara por la rabia.

—Seamos aliados... de una vez por todas.—siguió Rhaenyra. ''Qué traición'' pensó Visenya.—Dejemos que reinen juntos.

Viserys sonrió.

—Una propuesta muy acertada!—exclamó el rey con alegría y orgullo al ver a su hija.

—No...—dijo Visenya en voz baja y salió corriendo a su recamara. 

Mientras se alistaba para el funeral, Visenya cepillaba su cabello e intentaba trenzarlo. Se puso una especie de sombrero marron y un conjunto del mismo tono, escondería su cabellera rubia, así los ojos estarían sobre ella juzgándola y no lo harían con sus hermanos. Visenya era independiente y hacía las cosas por sí sola, si había algo que le fastidiaba era que las criadas intentaran ayudarla a realizar labores como vestirse. La irritaba y siempre pedía que la dejasen sola.

Se dirigieron a Driftmark junto a sus hermanos.

—Por qué estás vestida así?—preguntó Rhaenyra.

—Qué tiene de malo? Es mi estilo—protestó.

—Esconder tus cabellos rubios y vestirte como un varón, te parece apropiado para la situación? 

—Es mi manera de protestar.—dijo cortante.

—Por los siete infiernos, Visenya!—Rhaenyra la tomó del brazo pero fueron interrumpidas.

Empezó la ceremonia, unas palabras de Vaemond se hicieron notar.

—La sal corre por la sangre de los Velaryon.—miró hacia Rhaenyra, que abrazaba a sus tres hijos.—La nuestra es sangre espesa. La nuestra es sangre verdadera.—Ahora Vaemond miró con desprecio hacia los niños.—Y nunca debe diluirse.

Daemon se empezó a reír, provocando que todo el mundo lo mirase. 

La ceremonia siguió y así lo hicieron las palabras de Vaemond.

—El mar da, el mar quita. Del océano venimos y al océano regresamos.—finalizó mientras que Laenor soltaba unas cuantas lagrimas, Visenya tomó la mano de su padre gentilmente y la apretó, provocando en él una pequeña sonrisa hacia la niña.

Horas mas tarde, todos se encontraban reunidos honrando la memoria de Laena, mientras que Visenya se encontraba viendo el mar. Mas concreto, a Laenor, llorando desconsoladamente a la orilla de este.

—Donde está tu padre?—preguntó Rhaenyra acercandose a ella, ignorando por completo lo que observaba la niña.

Ella señaló con su mano hacia él.

Rhaenyra tomó la mejilla de Visenya, que parecía estar apunto de llorar.

—Tengo un reclamo, madre.

𝐁𝐀𝐒𝐓𝐀𝐑𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora