~CAPÍTULO CINCO~

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Dentro del castillo, se sentía escalofriante y frío, Visenya no recordaba su hogar de esta manera, incluso los colores eran sombríos y deprimentes ahora. Los guardias la saludaban y las criadas le sonreían alegrándose de volver a verla después de tantos años, después de todo, esas mujeres habían cuidado de ella cuando era una niña.

Seguía caminando por los largos pasillos recordando parte de su niñez, los momentos felices que había vivido aquí se habían esfumado. No quedaba absolutamente nada de lo que fue cuando ella era niña, y no hablaba precisamente del castillo.

Llegó a lo que era el cuarto de su abuelo, abriendo la puerta cuidadosamente, con la esperanza de darle una grata sorpresa y abrazarlo fuertemente, pero lo que encontró en su lugar fue deprimente, no quedaba nada de su abuelo el Rey Viserys, en su lugar, había un hombre sumamente anciano, confundido y tiritando de angustia, echado sobre una cama con la mitad del rostro cubierto por unas vendas, un hombre decrepito y se podría decir, casi a final de alguna enfermedad terminal. 

Las lagrimas se asomaron por sus ojos verdes de inmediato, cubriendose la boca con una mano para aguantar el llanto. ''Por eso no contestaba mis cartas...'' pensó. 

—Abuelo...—dijo, con la voz entrecortada.

—Helaena...—respondió él confundido y sin abrir los ojos.

—Soy Visenya, tu nieta.—respondió ella sentandose al borde de la cama—Hija de Rhaenyra.

—Visenya...—dijo él, levantando una de sus manos bastante debil intentando tocar el rostro de su nieta, ella tomó su mano, apretandola un poco de los nervios de ver a su abuelo así.—Has crecido, mi niña—.

—Ya tengo un dragón—respondió Visenya, en voz baja pues, estaba aguantando las ganas de llorar a moco tendido. 

—Ayudame..—dijo con dificultad Viserys, intentando sentarse, Visenya le ayudó. 

—Perdóname, abuelo. Debí haberte visitado estos años... pero... mamá...—Viserys la interrumpió.

—Este es el tiempo correcto, mi pequeña tormenta—Viserys sonrió un poco hacia ella.

Visenya sonrió de vuelta hasta que alguien abrió la puerta, era su madre junto a Daemon. Ella decidió salir de la habitación para darles más privacidad, cuando salió de la habitación y cerró la puerta, Aegon entraba al castillo y pasaba por su lado, justamente.

—7 infiernos..—dijo para sí misma, viendo a su tío pasar frente a ella.

—Qué hacías, envenenando al rey?—preguntó Aegon.

Visenya sólo se limitó a mirarlo mal. 

—Sabes... ahora no me parece tan mala la idea de casarnos... lástima que madre me puso a Helaena como esposa.—dijo viendola de pies a cabeza.

—Aegon—la voz de Aemond interrumpió el tenso encuentro.—Madre te está buscando.—dijo con seriedad provocando que Aegon siguiera su camino, dirigiendose a un salón al final del pasillo.

Visenya estaba parada aun en la puerta de la habitación del rey cuando vinieron las criadas cargando a Viserys y Aegon (su hermanito menor, hijos de Rhaenyra y Daemon). 

—Tal vez iniciamos mal—dijo de pronto Aemond, acercándose a la joven.

—Te parece?—respondió Visenya.—Digo, intentaste quitarme un ojo—agregó con sarcasmo, encogiendo los hombros. 

—Bueno, lo intenté. No lo hice—agregó Aemond.

Visenya sonrió inconscientemente por el comentario de su tío, quizá no era tan malo regresar al castillo, pensó. Después de todo, sus hermanos estaban con ella y era más que suficiente. Por otro lado estaba Aemond, que, a pesar de ser molesto, resentido y caprichoso, mucho antes del incidente existía cierto respeto y, relación de amistad, si se podría llamar así. Ella recordó por unos segundos cuando ambos casi fueron devorados por ''Fuego de Ensueño'', aquel dragón que en esa época se veía incluso mucho más intimidante que ahora, dragón que ahora le pertenecía a Helaena. 

𝐁𝐀𝐒𝐓𝐀𝐑𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora