LA ÚLTIMA CENA

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KAHI

Todo el camino de regreso transcurrió en silencio, ella al subir no mencionó ni una sola palabra y por su semblante estaba molesta por algo, esperaba que ese tarado no le hubiese hecho daño, aun que no hay nadie en el mundo que sepa cuidarse mejor que ella. Desde mi puesto la observaba por el espejo retrovisor, llevaba la mirada perdida y una mano en su barbilla apoyada a la puerta del coche, no dejaba de ser completamente hermosa y a la vez sensual, pero su cara de enojo la hacía lucir fría y sin sentimientos. Cuando llegamos se bajó sin esperar que la ayudáramos como de costumbre, caminando sin decir nada hasta la mansión, quise perseguirla pero de seguro me daría una contesta indeseada y antes, preferí estar quieto.

Comencé a caminar para despejar mi mente, prefería mil veces ser asesino, narcotraficante, bandolero y hasta ladrón, antes de vivir esclavizado por el amor de una mujer que no me mira y no me mirará jamás como yo a ella. Duele reconocerlo, pero de la noche a la mañana me había enamorado de la Doña, deseando ser yo quien comparta su lecho, la cuide y la acaricia mientras dormimos. Mis pasos me van llevando hacia un lugar  que frecuentamos de noche junto a ella, las cabañitas daban a la vista, algunas abiertas, otras cerradas. Me quedo quieto sin rumbo, dando la vuelta para marcharme de ahí.

  -¿Kahi? -una chica salía del bar yendo hacia su casa -¿Qué haces aquí?

  -Hola...Princesa.... -ella se acerca y me besa en la mejilla.

  -¿Estás perdido o buscando a alguien?

  -Quería beber algo pero olvidé que solo abren de noche, así que mejor me voy -doy el paso para irme pero me aguanta del brazo.

  -!Espera! Vamos a mi casa, tengo algo ahí de beber -me dejo guiar sin oponer resistencia.

La última vez que estuve aquí y la primera, de hecho, estuve con ella pero en mi mente sólo veía a una mujer que era imposible para mí. Me siento en el sofá mientras saca de una vidriera una botella de licor y dos vasos. Se sienta frente a mí mientras los prepara y me entrega uno, lo bebo del tiro y pido que me sirva más.

  -¿Es idea mía o quieres ahogar penas? -me pregunta mientras vuelvo a beber.

  -Además de prostituta, ¿eres vidente? -se quedó en silencio -Disculpa...no quise ofenderte.

  -No me ofendes, pero he tratado con todo tipo de clientes, fíjate que una vez uno me pagó solo para hablar y estuvo toda la noche contándome sus penas amorosas hasta quedarse dormido.

  -Tienen  que hacer hasta de psicólogas -dije riendo mientras me bebía otro.

  -En esta profesión eres de todo, Kahi -me mira fijamente -pero dime, ¿a qué se deben tus penas?

  -Pues que las cosas no me han estado saliendo del todo bien que digamos -miro el vaso vacío -Cuando creí que había logrado algo, me encuentro con obstáculos peores, derrumbando mis ilusiones y desganando mi espíritu, pero hay personas como yo...que nunca llegaremos a nada.

  -¿Hablas de alguna mujer, verdad?

Me quedo en silencio un momento.

  -Gracias por el apoyo Princesa, eres maravillosa -corto el tema y comienza a sonreír.

  -No me digas así que me enamoro - reímos juntos.

Me pongo de pie y ella hace lo mismo, le entrego el vaso y atrapa mis dedos.

  -Gracias por escucharme -le digo.

  -Cuando quieras, siempre estaré para ti -mira mis labios fijamente y se lanza a besarme.

No quiero incomodarla, pero no me apetecía sexo ni nada de romanticismo por ahora.

  -Debo irme.... -me aparto -nos vemos...adiós -doy media vuelta y salgo, con el sabor de su beso aún en mis labios, deseando que fuese los de otra mujer.

PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora