ENTRE REJAS

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CRYSTAL

Al llegar a la comisaría comencé a ponerme nerviosa, sé que soy culpable de los crímenes que se me imputan pero como dijo Phil, negaría todo hasta la muerte ya que sin pruebas nadie podía condenarme. En todo el camino no dejé de pensar en Marcos, en sus besos, su piel, sus caricias...nunca olvidaría esa maravillosa noche y ahora en este lugar repugnante, esos recuerdos me ayudarían a subsistir. Bajé sin que alguno osara ponerme las esposas, me imagino que esos metales deben ser incómodos en las muñecas. Nos adentramos y en ningún momento perdí la compostura ni la pose elegante, me llevaron hacia una habitación que tenía una mesa con dos sillas, tal vez ahí comenzaría el exhaustivo interrogatorio. Me dejaron sola y esperé con calma hasta que llegara la otra persona, en el fondo sentía algo de temor pero no demostrarlo caracterizaba el legado de Phillip. Un hombre de tez oscura hace presencia mirándome serio, no me dejaría intimidar por su presencia, así que me senté recta y esperé que tomara asiento él también, quien tiró sobre la mesa unos papeles.

  -Buenos días señorita -me dice, seguía con la mirada seria -¿Ya sabe por qué está aquí?

  -La verdad oficial...lo olvidé, ¿puede recordármelo? -dije con sarcasmo.

  -Por supuesto, es usted sospechosa del asesinato de Mario Puertas y Lorenzo Quesada -me mantuve media sonriente para no perder el valor.

  -No los conozco -mentí.

Abre una carpeta y saca dos fotos de los respectivos personajes a los cuales les había quitado la vida. Confieso que ver sus caras retratadas en papel me hizo recordar esos traumáticos acontecimientos que vivió Crystal. Observé lo que me mostraba y negué con la cabeza.

  -No, nunca los he visto.

  -¿Segura? ¿Mírelos bien? -hice caso y observé esos repulsivos rostros que maravillosamente ya no existían.

  -Segura.

Hace una mueca y recoge las fotografías.

  -Un testigo asegura haberla visto con ellos antes de su desaparición. De Mario no hemos encontrado nada aún, pero, de Lorenzo, alias el Lore, encontramos unos restos ya descompuestos y se hizo un análisis criminalístico demostrando que era él...o lo que quedaba de él.

  -¿Quién lo dijo? ¿Quién dijo que me vio con ellos? -mi voz se puso aguda, debía controlarme.

  -Lo siento señorita Simone, pero están bajo protección a testigos.

  -Pues que, ¨su testigo¨le de la información completa oficial, porque la verdad soy inocente, no conozco a ninguno de los señores y menos me he relacionado con ellos.

Se queda en silencio mirándome, si tuviese un detector de mentiras en sus ojos me hubiese pillado de inmediato.

  -Bien -recoge todo y se pone de pie -lamento informarle que hasta que no se complete la investigación, permanecerá bajo custodia en nuestra penitenciaría, permiso -sonríe y se aleja.

Estaba molesta, quería arrancarles la cabeza a todos ellos pero debía permanecer tranquila hasta que se completara todo cuanto antes. Me tuvieron ahí por una hora más menos, la puerta se abre nuevamente y entra el abogado de Phil, al verme se sienta frente a mí de inmediato y en cuanto nos dejan solos, habla.

  -Señora Catrina, ¿cómo está?

  -Deseando que me saque de aquí -hace un gesto con la cara que no me gustó mucho.

  -Verá...debe estar unos días aquí...

  -¿Días? ¿Cuántos? -grité.

  -Shh, hable bajo señora -mira hacia la puerta -Le prometo que no será sancionada pero debe permanecer aquí hasta que se complete la investigación, el señor Simone está moviendo todo para que no la lleven a una penitenciaría cualquiera, desde allí podremos obrar con más cautela.

PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora