EL DOLOR DE LA VERDAD

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CRYSTAL

La noche pasó y no pegué un ojo, ese lugar olía mal y ni hablar de la cama. Quería irme a casa, ver a mi gente, a Phil...a Marcos. Lo conocía de hacía poco pero no me gustaba la idea de que supiese que estaba detenida por cargos de asesinato, algo que sí hice pero nadie debía conocer. Durante nuestra última conversación algunas palabras suyas me hicieron pensar, me dijo que también había hecho cosas malas, ¿será que le ha quitado la vida a alguien? No me imagino a alguien como él haciendo ese tipo de cosas. Los ruidos insoportables de ese lugar no cesaban, lo mismo algunos detenidos que oficiales hablaban en voz alta y era muy molesto a la hora de querer pegar ojo. Ni siquiera sé que hora era, salvo que por una ventanita del frente en dónde yo estaba salía un rayito de luz. Los pasos de un guardia me ponen sobre aviso, se acercaba con una bandeja de desayuno en las manos. Entra y la pone sobre una repisa de cemento.

  -Desayune señorita, luego recibirá visita -esas palabras me llenaron de esperanza.

  -¿Visita? ¿Podré recibir visitas?

  -Sí, sólo una -sonreí un poco -Buen provecho.

Después de indicarme la comida se aleja, miro la bandeja y me acerco a ella, no se veía muy apetitosa pero necesitaba estar fuerte. Devoré con desgana lo que contenía y me senté a esperar el momento en que me llevaran frente a alguien conocido, aquellos barrotes me estaban consumiendo y sólo llevaba un día encerrada. Al cabo de las horas, a lo que a mí me pareció, regresa nuevamente el mismo uniformado a buscarme. Dejé que me pusiera las esposas que tanto me molestaban y me llevara hacia la sala de visitas. Logré reparar un poco las demás celdas y habían algunas mujeres y hombres en la misma situación que yo. Fuimos hacia la sala  y de lejos divisé una figura muy familiar, me sentí feliz al verle ahí desesperado pero a la vez tranquilo. Me detiene frente a la mesa y retira mis esposas.

  -Diez minutos -nos dice el policía y miro a al hombre que estaba frente a mí.

  -¡Pascual! -corre a abrazarme, dejo que me estreche entre sus brazos por unos segundos.

Nos apartamos y me mira triste y enfurecido a la vez, con esa mezcla que sólo él sabe fusionar. Nos sentamos uno frente a otro y sigue detallándome.

  -Mira como la tienen señora -su voz es baja pero dura.

  -Descuida, dime de ti, de Phil, de nuestra gente.

  -Estamos bien señora, locos porque salga de este nido de maleantes a dónde no pertenece. El patrón me dijo que le informara que está llevando a cabo su liberación con un buen abogado pero... -mira a todos lados -Román sigue sin aparecer.

  -Fueron los Valverde.

  -¿Por qué lo dice?

  -Porque nadie más osaría enfrentar a Phillip.

   -Eso es cierto señora.

  -Dime de Kahi -recordé al muchacho que lastimosamente se había enamorado de mí.

Pascual saca de la manga de su chaqueta un papel doblado pequeño y me lo entrega.

  -Le manda esto -lo miro y después lo guardo en el bolsillo del uniforme que usaba -Casi tengo que amarrarlo para que no viniese, estaba desesperado por verla -sonrío con tristeza -Ese chico se enamoró de usted señora.

  -Lo sé Pascual, lo sé, pero ya le expliqué que no podía ser, espero que con el tiempo lo olvide y se concentre en alguien más.

  -Pasará mucho tiempo señora, ya que no deja de hablar de usted.

Me quedo callada, no quería lastimarlo pero mi corazón estaba ocupado por otra persona que se robaba mis suspiros y mi sueño.

  -Se agotó el tiempo -sentimos tras nosotros, creo que no llegaron a los diez minutos.

PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora