Capitulo 5

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Lobo

— Quizás intento cruzar nadando y se ahogó — Intenté restarle importancia al asunto del lobo blanco.

— Y si los humanos lo ahogaron, tenemos que matarlos.

— Ok, Wild, mata a quien tú quieras excepto a ella.

Wild era el único que sabía mi secreto y todo lo que había pasado con Kaylee. Por eso estaba tan preocupado.

Me levanté rápido y me puse manos a la obra. Iré a ver a Kaylee. Los humanos son seres despiadados. Ellos se apoderaron de nuestras tierras y mataron a nuestros amigos. Ya va siendo hora de darles una lección. Pero me preocupa que algo malo le pase a Kaylee.

Estaba recostado junto al cedro donde quedé con Kaylee. La acompañaré a casa de su abuela hasta que las cosas se calmen, trataré de no cruzar la cerca.

Los humanos no saben con quiénes se están metiendo. Van a acabar todos muertos, eso es seguro. Hace algunos años que no pasaba esto, 10 para ser exactos, desde la última batalla. Yo solo era un cachorro, pero sé que murieron muchos, incluida toda mi familia.

Desde ese momento comencé a vivir solo, no tenía a nadie, solo a mi mejor amigo Wild.

Siento el aroma de Kaylee, también puedo escuchar su tarareo. Salgo de mi escondite y le doy un susto.

— Lobo, maldita sea, me asustaste.

— Esa era mi intención. ¿Qué traes en la cesta?

Ella me da unos dulces y comenzamos nuestro camino. Observo las heridas en sus brazos, todavía no han sanado aunque ya ha pasado un tiempo.

— Kaylee, ¿sabes que los lobos están enojados por lo de ayer?

— ¿Qué pasó ayer?

— ¿No lo sabes? — pregunté yo. Creí que todo el pueblo lo sabía, los humanos celebran este tipo de cosas por todo lo alto.

— No, no sé. ¿Puedes decírmelo?

— Los hombres de tu pueblo mataron a un lobo y escribieron una amenaza con su sangre.

Ella se detiene ahí mismo, se pone pálida como si hubiera visto un fantasma.

— ¿Qué hicieron ellos? Nadie en el pueblo está enterado de eso.

—  Pues los lobos están muy enojados y van a vengarse.

— ¿Qué hay del lobo blanco de ayer?

— Se ahogó por casualidad mientras cruzaba el río.

— Entiendo, eres muy ingenioso, Lobo — dice ella mientras saca un bocadillo y empieza a comerlo.

Mira a Kaylee, llevaba su capa roja como de costumbre mientras caminaba balanceando su canasta con aire inocente.

¿Qué es lo que te detiene?

Mi respiración comienza a acelerarse. No puedo dejar de mirarla. Solo nos separan unos pocos alambres que llegan a la cintura.

No me importa sangrar por ella.

En menos de un segundo cruzo los alambres de un salto y empiezo a caminar al lado de Kaylee. Ella me mira con curiosidad.

—¿Lobo, estás bien?

— No, no estoy bien, Kaylee.

La acorralo contra un árbol. Ella baja la mirada avergonzada. Y yo la obligo a mirarme.

— Mírame, Kaylee — le digo mirándola a los ojos.

Esos ojos azules, llenos de pureza, inocencia. No dejaré que nadie los dañe.

El bosque prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora