Capitulo 12

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Me levanto sobresaltada; solo fue un sueño, no hay nada de qué preocuparse. Una simple pesadilla.

No recuerdo haber vivido algo así nunca; en mi vida me había cruzado con un lobo .

Me ha llegado el periodo y eso me pone de un humor horrible.

Después de desayunar, recojo mis cosas para irme a la casa de la abuela. Por el camino no hay nada raro; Lobo me espera, como siempre, recostado al cedro.

—Hola, ¿traes algo para mí? —dice Lobo, revisando mi canasta como un salvaje.

—Espera un momento —tiro de la canasta con fuerza.

—Oye, ¿estás bien? —pregunta Lobo, masticando un pedazo de pastel.

—Sí, estoy bien, gracias.

—¿Estás segura? Estás peor que tu hermana el día en que la secuestré.

Pongo los ojos en blanco y sigo caminando.

—Anoche tuve una pesadilla —le digo, pero él no me responde.

»Te dije que anoche tuve un mal sueño.

—¿Qué soñaste? —pregunta él con indiferencia.

— Que yo era niña y había un lobo recogiendo flores en una pradera — me doy cuenta de la estupidez que acabo de decir.

El estalla en un carcajada.

— Qué miedo, Kaylee, te pusiste mal por eso — dice riendo, pero empieza a ahogarse con un trozo de pastel. Después de toser un momento, se recupera.

Yo empiezo a reír como loca y él me mira con una expresión seria.

— Será mejor que tengas más cuidado al comer.

— Cuidado, Kaylee, un lobo que recoge flores te va a apuñalar con el  tuyo de un tulipán.

No es gracioso, me asusté.

Me cruzo de brazos y comienzo a caminar más rápido, pero Lobo me alcanza fácilmente. No lo miro, no le hablo; simplemente camino con la actitud más infantil del mundo.

» Estás enojada. ¿Por qué?

Yo inflo mis mejillas como una niña pequeña, cierro los ojos y empiezo a caminar más rápido.

»No deberías caminar con los ojos cerrados... Kaylee.

Muy tarde, siento como mi pie tropieza con el otro y pierdo el equilibrio. Estoy preparada para pasar la vergüenza más grande de mi vida.

Siento como unas manos me toman por la cintura y me regresan a mi posición normal. Permanezco con los ojos cerrados.

Siento unos labios tocar los míos con un beso corto. No puedo evitar sonreír. Abro los ojos y veo que Lobo está frente a mí sonriendo.

— Adiós, Kaylee.

— Adiós, Lobo.

Llego a la casa de mi abuela; ella está dormida. Dejo la comida encima de la mesa. Antes de irme, voy y confirmo que todavía respira. Al acercarme a ella, veo que de su cuello cuelga una hermosa cadena de color plata. Me quedo observándola por un momento; no alcanzo a ver el dije, pero tengo un mal presentimiento. Mi abuela abre los ojos de golpe, dándome un gran susto.

— Kaylee, querida, no sabía que habías venido.

— Perdón por despertarte, abuela; solo quería asegurarme de que respirabas.

Ella sonríe y se sienta en la cama.

—¿Te gusta mi collar?

—Es muy bonito.

El bosque prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora