Capitulo 9

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Lobo

Camino a casa, en medio de la noche. La mamá de Kaylee me ha visto y seguro que irá a contarle a todos que había un lobo en su patio trasero. Bueno, cerca de él.

Hace un poco de frío, los árboles a mi alrededor lucen inmemoriales. Me paro frente al gran río; hoy hay luna nueva. Lo rodeo con prisa, ya puedo ver mi casa cerca. El camino se me hace interminable. No me gusta salir en luna nueva, no después de eso...

Me gusta mucho la luna nueva.

El recuerdo me atraviesa, es como si fuera un puñal. Apresuro mis pasos; no quiero estar ni un segundo más bajo la luna... no con esta fase.

Llego a mi casa, me cambio y me acuesto. Yo soy un lobo decente. Tras la guerra, muchos lobos han perdido algunas costumbres, como bañarse, cambiarse y cepillarse. Se volvieron salvajes. Yo no, sigo siendo el mismo.

Entre estas reflexiones, poco a poco mis ojos se van cerrando.

Luna nueva

Sangre

Gritos

El pasillo

Escopetas

Humanos

Abro mis ojos de golpe; el sol se cuela por mis ventanas. Me levanto rápido y me mojo la cara para despertar por completo y olvidar la horrible pesadilla que acabo de tener.

Los recuerdos de la guerra me atormentan. Me gustaría decir que son solo producto de mi mente para molestarme, pero no es así. Cada pesadilla la he vivido, cada momento, cada persona, cada gota de sangre está en mi pasado.

Solo son recuerdos. Fierce, contrólate.

No volverá a ocurrir.

Eso espero.

Después de cambiarme y lavar toda mi ropa en el río, voy a acompañar a Kaylee. El camino hasta el cedro no es tan largo, pero tampoco es tan corto. Camino entre los árboles; la brisa fría del bosque, acompañada de los tupidos árboles, da un toque misterioso al lugar.

Llego al gran cedro y me recuesto en él, como de costumbre. Mis ojos enfocan la cerca de alambres que son las responsables de las marcas en mis brazos.

La pesadilla de anoche me ha dejado completamente perdido. Hace un tiempo que no soñaba nada.

¿Qué estoy haciendo?

Siento el olor del perfume de Kaylee, se está acercando. Ya era hora, tengo hambre.

Ella viene balanceando su canasta como de costumbre y se detiene frente a mí.

—Hola —dice sonriente.

—Hola, traes lo mío.

Ella pone los ojos en blanco y me da unos dulces. Empezamos a caminar mientras yo demoro en comer los dulces. Kaylee me mira de reojo unas cuantas veces.

No puedo decir nada.

Sé que ella sabe algo y que tiene dudas, pero yo no puedo decir nada, lo siento.

—Lobo, mi mamá te vio anoche.

—Sí, pero me fui de allí urgente, no te preocupes.

Ella se queda en silencio. Le doy 3 segundos.

1... 2...

— ¿Lobo, qué tienen que ver ustedes con el pasado del pueblo? — dice ella mirándome fijamente.

El bosque prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora