Había un licántropo recogiendo flores, ¡qué cosa tan rara! Él se levanta y viene hacia mí. El miedo no me deja moverme.—Vaya, buenos días, Caperucita. ¿Dónde vas tan temprano? —dice el lobo.
Él tiene una piel muy blanca y su cabello es del mismo color. Pero sus ojos son más negros que la noche.
Me sorprende que sea tan educado para vivir en un bosque.
—Voy a la casa de mi abuela —digo en voz baja.
—¡Oh, perfecto! Mira, si tomas ese camino, llegarás más rápido —dice, señalando un camino que se desviaba de mi ruta habitual.
—Pero mamá me dijo que no tomara atajos.
—Ella no tiene por qué enterarse —dice el lobo—. Además, por allí hay unas rosas hermosas; podrás recoger algunas para tu abuelita.
Rosas
Miro la entrada del camino... parece confiable; además, está iluminada.
— Vale, muchas gracias, lobo.
— No hay de qué.
2 meses después del entierro de Dylan
Kaylee
Camino muy contenta por el sendero; hace un tiempo que no andaba por aquí. Hace dos meses, exactamente después del entierro de Dylan, los lobos masacraron a varios hombres, y justo después comenzó un brote de difteria en Brushwood. Han muerto muchas personas a manos de esta enfermedad. Dos semanas después de que apareciera el brote, yo caí en cama.
Fue horrible; me dolía tanto la garganta que ni siquiera podía respirar. La fiebre y la tos hacían que deseara morirme.
Ket se encargó de traerle la comida a la abuela y, a la vez, ella y mamá trabajan de voluntarias en el campamento para enfermos del pueblo. No entiendo cómo nunca se enfermaron. Ket heredó las habilidades médicas de mamá, mientras que yo no heredé nada, aparte del cabello castaño. Quizá por eso son tan unidas.
Desde que Ket estuvo en el bosque con Lobo y su amigo, cuyo nombre no recuerdo, se ha vuelto menos insoportable; ya no me molesta como antes. No entiendo qué le pasó, pero tampoco me quejo.
He tenido sueños raros, pero no son tan comunes.
Lobo sale a recibirme, cosa que no esperaba, ya que pensé que no sabía que me había recuperado.
—Hola.
—Hola, no esperaba verte.
—Soy una sorpresa —dice con una sonrisa — Wild es el que ha acompañado a tu hermana todo este tiempo.
—No me digas.
—Sí, así que no tienes por qué estar celosa —dice levantando las cejas.
—¿Celosa yo?
—Vamos, te estabas muriendo de celos.
Empiezo a reír y la verdad es que no me había pasado eso por la cabeza. No se lo digo a Lobo para no desilusionarlo. Él me da un abrazo fuerte y comienza a caminar.
La verdad, no entiendo lo que pasa entre nosotros; un día me besa y al otro me trata con indiferencia o como a una amiga.
Es un lobo bipolar.
Y no me molesta, ni tampoco espero nada de él, porque al final no sé cuánto tiempo dure.
Me quedo callada un momento, aprieto la canasta en mi mano con fuerza y suelto un suspiro.
ESTÁS LEYENDO
El bosque prohibido
FantasyKaylee, conocida en su pueblo como Caperucita Roja, siempre ha vivido bajo las estrictas reglas de Brushwood. Sin embargo, su curiosidad la lleva a cruzar los temidos árboles prohibidos, donde se encuentra con un lobo enigmático que cambiará su vida...