Capítulo 17

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Cuando Rubén estaba en la ducha escucho que alguien abría la puerta, era Blas, estaba completamente desnudo y muy empalmado.

"No recordaba así su cuerpo, ¿es cosa mía o ahora está más bueno? Puede que sea que hace mucho que no lo veo... Ese pene enorme, Dios, me encantaría lamerlo, sentirlo en mí..." tras esos pensamientos sucios, a Rubén se le empalmó y Blas lo vio.

  - Veo que te pongo - dijo Blas mientras entraba a la ducha con Rubén - te has puesto contentillo al verme entrar.-

  - No inventes, eres muy egocéntrico, ni siquiera había visto que entrabas -

  - Si ya no te gusto no habrá problema en que me duche contigo... Para ahorrar agua ya sabes - dijo Blas mientras empapaba su pelo.

  - Haz lo que quieras, mientras no me molestes... - contesto Rubén.

Blas se llenó de jabón y se pegó a Rubén. Empezó a tocar su cuerpo lentamente.

  - Te he dicho que no me molestes - dijo Rubén.

  - Si tanto te molesta sal de la ducha. - incito Blas mientras bajaba la mano al pene de Rubén. - ¿qué pasa? ¿No te funcionan las piernas? La del medio veo que sí...-

Blas empezó a masturbar lentamente el miembro de Rubén.

  - Venga, sal de la ducha, aléjate de mí - dijo Rubén.

  - Échate agua en el miembro, quiero lamértelo - dijo Blas

Rubén siguió sus órdenes sin pensarlo, hacerse el duro no era su fuerte. 

Una vez limpio, Blas empezó a lamerle el pene a Rubén. Mientras le lamia el pene, Blas le miraba fijamente a los ojos. Poco a poco, las manos de Blas fueron recorriendo otras zonas del cuerpo de Rubén, acercándose al culo.

  - Quiero que me metas tu enorme polla, haz que me corra - dijo Rubén a punto de correrse

  - ¿Sí? - pregunto Blas.

  - Sí, follame - 

  - Aquí mando yo, quiero que te corras en mi boca. Eres mío -

A Rubén eso le puso tan cachondo que no se aguantó las ganas, se corrió en su boca. En ese momento Blas se levantó, cogió a Rubén del cuello y él abrió la boca. Blas le echo el semen a Rubén de boca a boca y Rubén se lo tragó, estaba tan caliente que ni siquiera tuvo en cuenta que era suyo. 

De golpe, salvajemente, Blas le dio la vuelta y le estampo contra la pared.

  - Pon el culo en pompa - 

Rubén ni siquiera respondió, simplemente hizo caso y Blas le introdujo su enorme polla venada.

Le cogía de la nuca fuertemente, se escuchaban los suspiros de ambos, el ruido de la pelvis de Blas contra el culo de Rubén. A Blas le gustaba ese tipo de sexo, el salvaje, el que nunca se olvida.

RUBÉN Y BLAS: UN SECRETO FAMILIARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora