Capitulo 10.

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Centro de Culiacán, Sinaloa. México.
Abril 12. 11:06 p.m.
Camila Zambada.

— Aún no tienen noticias de Iván? — preguntó Serafín llegando al hospital.

— No — contestó Vicente.

— Perdió mucha sangre — mencioné con voz baja — La bala debió perforar una arteria o algo.

— Familiares del señor Iván Salazar.

Usamos su segundo apellido al internarlo para evitar que se corriera tan rápido el rumor de que los hijos de dos de los capos más importantes de México se encontraban en ese hospital.

— Como está mi hermano? — pregunto Alfredo acercándose al doctor.

— Estable, pero no fuera de peligro. La bala desgraciadamente perforó la arteria axilar, la cual es responsable de conducir la sangre de la parte lateral del tórax, axila y miembro superior hacia el corazón.

— Oiga, no use tantos términos tan así, que de aquí uste' es el único que va a entender lo que dice.

— Nomas diganos, mi carnal va a estar bien o no? — pregunto Ovidio.

— Como les dije al inicio, el señor Salazar está estable pero no fuera de peligro, gracias a la cirugía que acabamos de realizar pudimos extraer la bala y reparar la arteria perforada, en ese aspecto no hay peligro. Lo que me preocupa es la cantidad de sangre que perdió ya que al ser una arteria con bastantes ramificaciones es muy grande la cantidad de sangre que pasa por ahí. Durante la cirugía hicimos la transfusión de dos unidades de sangre, pero me temo que no será suficiente.

— Haga lo que sea necesario — dijo Alfredo.

— El único problema, señor....

— Por el dinero no se preocupe, haga lo que tenga que hacer, pero quiero a ese hombre vivo si ó si.

— Lo siento, no me refiero a eso.

— Chingada madre! ¿Entonces?.

— El tipo de sangre de su hermano es un tanto difícil de conseguir, les aconsejaría que busquen entre sus familiares a alguien que tenga el mismo tipo ya que el tiempo de espera para recibir más unidades varía entre 12 a 24 horas y en este caso no podemos esperar tanto.

— Que tipo de sangre es? — preguntó Serafín.

— AB-.

— Yo soy AB- — mencioné.

— Es usted familiar, señorita?.

— No.

— Pero estaría dispuesta a donar un par de unidades de sangre?

— Por su puesto que si.

— Perfecto entonces, me puede proporcionar su nombre completo?.

— Camila Zambada Torres — cuando termine de decir mi nombre el doctor quitó la vista de los papeles que traía en la mano para ponerla sobre mi y cuando capto quién era volteo a ver a las personas que nos rodeaban.

— En unos momentos la llamará una enfermera, le pediré que por favor la acompañe, con permiso.

— Oiga, doctor — hablo Vicente poniéndose frente a él con las piernas entre abiertas, los hombros erguidos, la cabeza recta y la mano derecha en su cintura haciendo que quedara a la vista la pistola que traía fajada, lo que ocasionó que el doctor bajara por un instante la vista y la pudiera ver — Quiero pensar que está por demás decirle que queremos la mayor discreción posible y el menor número de personas implicadas en esto.

La Princesa | I.A.G.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora