Capitulo 6.

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El Álamo, Sinaloa. México.
Abril 05. 10:27 a.m.
Iván Archivaldo Guzmán.

Me encontraba en el rancho de los Zambada, tal como quedamos ayer vine a trazar rutas nuevas con Don Mayo, tengo que confesar que todo resultó mejor de lo que esperaba. Pues el hecho de que nadie nos estuvo interrumpiendo ayudó en mucho para terminar más rápido.

Hay mucho movimiento hoy, ya que es el cumpleaños de la luz de los ojos del dueño de media Sinaloa.

- Bueno, Iván, parece que ya quedó esto - dijo Don Mayo cuando ya íbamos saliendo.

- Así es, Don Mayo. Bueno, sin más que hacer aquí me retiro, me imagino que tiene cosas que hacer - dije viendo a mi al rededor.

- Por aquí los esperamos al rato, Iván, a ti y a tus hermanos.

- No creo que nuestra presencia sea bien vista por sus hijos - mencioné.

- Ustedes siempre serán bien recibidos en esta casa - palmeó mi hombro - Le prometí a mi compadre que iba a ver siempre por ustedes y a pesar de todo siempre estuve al pendiente de lo que pasaba.

- Ahorita que le caiga pa la casa les digo a los plebes y si nos animamos por aquí les caemos al rato.

- Aquí los esperamos, pasa buenos días, Iván.

- Igualmente, Don Ismael - nos despedimos y salí en busca de la troca en qué venía.

•••••

Al llegar a la casa vi que Alfredo y Ovidio estaban almorzando en la cocina, por lo cual aproveche para darles el recado de Don Ismael.

- Carnales, les manda decir Don Mayo que nos espera al rato pa celebrar el cumpleaños de la Camila - dije entrando a dónde se encontraban ellos.

- Serafín nos mandó decir con El Chino hace rato - menciono Ovidio haciendo que Alfredo asintiera.

- Y apoco si piensan ir? - pregunté.

- Tu no? - respondió Alfredo.

Me quedé callado, realmente no estaba en mis planes asistir, desde el momento que me invitó Don Mayo llegaron a mi memoria recuerdos de hace 6 años. Esa advertencia de su parte nunca abandono mi mente, pues apesar de que mis sentimientos hacia Camila eran reales, a Don Mayo no le importaron en lo más mínimo.

- Te estoy hablando - dijo Alfredo.

- No se wey, no creo que a Camila le agrade mi presencia.

- No seas pendejo Iván, el que nos invitó fue Don Mayo, acabamos de arreglar las cosas, hay que ir de menos pa que la raza vea que las aguas se calmaron entre los Guzmán y los Zambada.

- Vayan ustedes, entonces, a mi no me esperen por allá.

Salí de la cocina y me dirigí al corral donde se encuentran unas cuantas cabezas de ganado que tenemos, siempre voy ahí cuando quiero estar un rato solo, los trabajadores solo se pasean por aquella esquina cuando les dan de comer a los animales.

Me senté abajo de un árbol, saque mi arma de dónde la traía fajada y la puse sobre mis piernas y fije mis ojos en la buena vista que tenía enfrente, al estar ya en los límites de la propiedad se podían ver todos los árboles y la maleza que había a su al rededor, unas cuantas flores silvestres, aves volando por lo bajo, mariposas, una que otra ardilla. Para alguien que le gusta la naturaleza es un verdadero placer apreciar todo eso.

La Princesa | I.A.G.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora