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Tras abrir la puerta de la cabaña, entraron dando tumbos y quitándose las botas de montar. Alfonso le sacó la camisa a Anahí antes de quitarse la suya. Dejando que se desabrochara los vaqueros ella misma, se soltó los suyos y se los bajo hasta las caderas, apoyándose en el sofá para levantar las piernas y deshacerse de los pantalones.

Al ver que Anahí tenía dificultades para desnudarse, se puso de rodillas y le ayudó a quitarse los vaqueros, mientras ella se apoyaba contra él. Desde donde estaba, podía oler su excitación, y percibió la zona húmeda de sus braguitas. Colocando el pulgar en su centro, comenzó a trazar movimientos circulares, y ella le hincó los dedos en los hombros.

Deslizando los dedos bajo la costura, retiró sus braguitas a un lado y le abrió más las piernas, antes de introducir un dedo. Un dedo se convirtió rápidamente en dos, y Alfonso retorció la mano para rozar con la yema de los dedos los puntos más sensibles de su vagina, y Anahí empezó a jadear. Con la otra mano, le abrió los pliegues y vio cómo asomaba su clítoris, hinchado y palpitante de deseo. Presionándolo con el pulgar, volvió a trazar movimientos circulares, ejerciendo presión, mientras sus dedos desaparecían una y otra vez entre sus pliegues.

Casi de inmediato, las piernas de Anahí empezaron a temblar, y se tuvo que aferrar fuertemente a sus hombros.
Tan de repente como había comenzado, Alfonso se detuvo, liberó su mano y se puso en pie. Mirándolo sorprendida, ella gritó cuando él la tomó en brazos para llevarla al dormitorio.
Tras depositarla sobre la cama, admiró su belleza, y todo su cuerpo se sonrojó de deseo.

Decidiendo que la quería desnuda, le soltó el sujetador y liberó sus colmados senos. Ella apartó el sostén a un lado y se asió los pechos, mientras él se encargaba de sus braguitas.

La mano de Alfonso se detuvo al observar a su esposa jugando con sus pezones a la vez que lo miraba con los ojos entrecerrados. Tragando saliva, deslizó los dedos por la goma de su ropa interior, y ella levantó las caderas. Le quitó las empapadas braguitas y las arrojó al suelo, antes de tumbarse en la cama con ella.

Ella continuó jugando con sus pechos, masajeándolos con dedos firmes y pellizcando y retorciendo delicadamente sus pezones, enviando una corriente eléctrica por todo su cuerpo.
Contemplando la intensa excitación de su esposa, Alfonso acarició su febril cuerpo, desplazándose hacia abajo. Colocó su enorme mano sobre su montículo y la dejó allí, mientras ella gemía. Le golpeó ligeramente el clítoris, y Anahí tiró con más fuerza de sus pezones, disfrutando del placer que atravesaba su ser.

Con los dedos índice y anular, Alfonso comenzó a deslizarlos a lo largo de sus ingles, ejerciendo presión, mientras que el corazón se abría camino entre sus empapados pliegues. Flexionando un dedo, encontró su punto esponjoso y lo presionó a la vez que frotaba.

Con un grito, Anahí agarró su mano, aferrándola con fuerza al sentir llegar su primer orgasmo. Apretando su puño, cabalgó sobre su mano, mientras los jugos de su placer se derramaban por su muñeca.

Tras liberar su mano, se la puso en la boca, y lamió y succionó sus dedos limpiándolos de sus jugos. Con un gemido, Alfonso se unió a ella y ambos lamieron los dedos; el erótico momento obligó a Anahí a frotarse las piernas una contra la otra, lo que le provocó un pequeño orgasmo que no se esperaba y que hizo que chupara los dedos de Alfonso con más intensidad.

Alfonso la agarró por la barbilla, inclinó la cabeza y la besó con firmeza, y ella le devolvió el beso con una pasión igual a la suya. Aferrando su muñeca, Alfonso sujetó su brazo a un lado de su cuerpo, y siguió devorando su boca, disfrutando del sabor de ambos en sus labios.

Tras liberar su muñeca, acercó unas almohadas que colocó bajo sus caderas. Los dedos de ella volvieron a posarse sobre sus pezones, y de nuevo jugueteó con ellos, mientras él la besaba por todo el cuerpo.

Colocándose entre sus piernas, se apoyó sobre el estómago, y puso las piernas de ella sobre sus hombros y espalda. Manteniéndolas abiertas con las manos, forcejeó brevemente cuando ella intentó cerrarlas alrededor de su cuello. Anahí gimió cuando él le sopló en la vagina antes de pasarle la lengua por el coño, haciendo un fuerte ruido acuoso que rompió la intensidad del momento, y ella rió.

Su risa se convirtió una vez más en gemidos cuando los dedos de su esposo se introdujeron dentro de ella y comenzaron a embestirla. Él apoyó los hombros contra sus muslos para que no lo lastimara, y ella sacudía la cabeza de un lado a otro con cada embestida, aferrándose a su pelo.

Arrastrando la lengua por su coño, la empujó dentro, lo que hizo que Anahí diera un salto en la cama, mientras él seguía retorciendo sus dedos dentro de ella. Su nariz chocó contra el clítoris, y alzó la cabeza para tomarlo en la boca, empujándolo contra el paladar a la vez que lo acariciaba con la lengua.

Con un grito, Anahí se arqueó hacia arriba, experimentando un intenso orgasmo y revolviéndose en la cama, mientras él continuaba lamiendo y succionando.

Cuando se calmó un poco, Alfonso retiró cuidadosamente la mano, haciendo una mueca a sus azules dedos. Agitando la mano para recuperar el tacto, se acomodó junto a ella, con el pecho contra su espalda, y le acarició el cuerpo con prolongados movimientos.

Cuando Anahí sintió que su corazón latía a un ritmo normal, alzó la cabeza para besar a Alfonso en la barbilla.

-Aún no puedo creer lo intensos que son tus orgasmos desde que te quedaste embarazada.
-Todo es más intenso. El agua de la ducha sobre mi cuerpo es una experiencia muy excitante- le dijo, restregándose las piernas una contra la otra.
-¿Eso es... normal?- preguntó Alfonso, pensando lo difícil que sería mantenerla embarazada todo el tiempo.

Encogiéndose de hombros, Anahí rió, adivinando sus pensamientos.
-No tengo ni idea. El médico dijo que podría pasar. Aunque también dijo que podría dolerme. Se ve que depende de la persona.
Él la abrazó más fuerte.
-Estoy impaciente por ver si vuelve a pasar- le dijo, con una sonrisa.
Anahí le dio un codazo y se rió.
-¿Qué tal si primero tengo a estos dos y luego ya hablamos de futuros embarazos?

La Familia Del Millonario | Anahí y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora