Eres luz, Megan. 19

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Megan.

Ay Dios, habia puesto a Peter inconsciente.

En mi defensa, decidi usar el pedazo de madera en forma de bat que habia bajo el asiento, solo porque crei que debia defenderme.

¡Mi intención no era noquear al chico!

—¿Qué voy a hacer ahora?—Solté, angustiada.

Giré la cabeza y lo vi abrir los ojos, poco a poco.
—No volver a golpearme, tal vez...—Musitó, adolorido.

—¡Peter, Lo siento, lo siento, lo siento!—Dije, apenada—¡He creído que eras un enemigo! ¿tu cabeza está bien?

Peter se recompuso.—Creo que estoy bien. ¿Y tú?

—Sí, lo estoy. Lamento haberte noqueado.—El asintió, y me fijé en la flecha que llevaba clavada en el brazo. Estaba sangrando.—Pero... ¿Qué te...?—Me interrumpió.

—Vaya, me has golpeado con fuerza eh.

—Maldición Peter, tienes una flecha en el brazo.

Él se miró la extremidad mencionada, y luego se encogió de hombros restándole importancia—Ah, eso. No es nada.

—¡¿Que no es nada?! ¡Tienes una condenada flecha clavada al brazo, y te sangra, hombre!

—Shhh, rélajate, solo necesito sacarla.

—¿Que solo necesitas...? Estás demente, ya lo he notado.—Suspiré mientras el sonreía, coqueto— Deja que te ayude al menos.

—Vale, se que te preocupas por mi.

Lo fulminé con la mirada—Calla de una vez.

Tomé su brazo y aferré mis manos a la flecha. Con cuidado y lentamente empecé a extraerla de la piel, había tanta sangre... Oh, Dios.

—¡Ah!—Gimió.

—¡Perdón!—Lo miré, tenia las facciones contraídas por el dolor.— ¿Sabes qué? voy a hacerlo rápido, así te duele menos... Uno, dos...—

—¡Espera!

—¡Tres!—Arranque la flecha de un solo tirón.

—¡AY!—Gritó, dramático, después se miró el brazo y sonrió, asombrado — Oh, mira que así ha estado mejor, tenias razón.

Le saqué la lengua—Siempre. Ven, vamos a vendarte.

Arranqué un trozo de tela de la orilla de mi vestido y lo envolví en su brazo sangrante.

—Servirá mientras llegamos al salón de emergencias.—Dije.

De pronto, una expresion extraña cruzó su rostro—Eh, claro, claro.

—¿Estás bien?—Quise comprobar.

—Si, sí.

Entrecerré los ojos. Sin duda sospechaba de su actitud, algo le pasaba.

Pero, claro estaba que no me lo diría.

—Iré yo solo, mientras tu puedes esperarme en la biblioteca para enseñarme lo que acordamos.

—Ni lo sueñes, yo te acompaño.

Su voz se torno dura, demandante.—He dicho que voy solo, Megan.—Sus palabras me sentaron como una patada directo al estómago. Abri los ojos como platos.

—Vale, lo siento, es solo que...—

—No, Peter, no me digas nada, entiendo. Te puedes largar si gustas.—Lo corté, hablando con voz firme y resentida.

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⏰ Última actualización: Jul 23 ⏰

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