capítulo 4.

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– Entre – se escuchó la voz hermosa de Silvana.

– Hola, profesora – dice Catalina.

– ¿Mueller? ¿Qué hace aquí? – pregunta Silvana, mirándome fijamente.

– Fue toda mi culpa, profesora, ponme a mí sola el castigo –digo, acercándome a su escritorio.

– Bueno, Montes, retírese - dice Silvana con una voz que suena a la vez autoritaria y seductora.

Catalina me mira sorprendida, pero asiente y se retira, lanzándome una última mirada antes de cerrar la puerta.

Silvana se acerca lentamente, con una mirada intensa en sus ojos color miel. La tensión en el aire es palpable.

– Lucia – dice, y su voz parece acariciar mi nombre.
– Te he estado esperando.

Antes de que pueda reaccionar, Silvana me toma por la cintura y me besa. Es un beso apasionado que llena mi mente de sensaciones que no puedo describir.

Siento su calidez y su cercanía, y por un momento, todo lo demás desaparece. Ela, desesperada, comienza a desabrochar mi chomba del colegio.

Pero justo cuando estoy empezando a perderme en ese beso, me despierto abruptamente, con el corazón acelerado y una sensación de anhelo en el pecho.
Miro alrededor de mi habitación, dándome cuenta de que todo ha sido un sueño. Me siento confusa y un poco avergonzada.

Tuve un sueño húmedo con Silvana.

Miro la hora y veo que es un poco tarde, así que comienzo a prepararme rápidamente y salgo corriendo de mi casa para llegar a tiempo al colegio.

–Hola, bebas – digo acercándome a mis amigas, bostezando. Las saludo con un beso a cada una.

–Hola, soñadora – me dice Emma con una sonrisa.

Les había contado todo por chat mientras venía camino a la escuela.

–Chicas, fue tan real – les digo, aún sorprendida por la intensidad del sueño.

–Eso significa que te está gustando de verdad esa señora – dice Sofía, acariciándome el hombro.

–Siempre le gustaron las señoras. ¿Te acordás cuando se obsesionó con Cate Blanchett? – comenta Serena riendo.

–Eh, no se la agarren con mi amor. Todavía tengo mi Cate tamaño real en mi habitación – digo sonriendo.

–Sí, o con Allison Mcatee. Todos los días nos mandaba la foto que se sacó con ella – añade Emma.

–Bueno, mi Allison y Cate son mis grandes amores – digo riendo.

–Y ahora Silvana – dice Emma agarrándose la cabeza.

–Bueno, dejen de hablar de mí – digo frunciendo el ceño y desviando la conversación.

La campana suena y nos dirigimos a nuestras clases. Durante la primera hora, trato de concentrarme, pero mis pensamientos siguen volviendo al sueño y a Silvana.

Cuando termina la segunda hora de física, es hora del recreo. Debo ir con Catalina al despacho de Silvana para nuestro castigo.

Salgo al pasillo y busco a Catalina.

–¿Me estabas buscando? – toca mi espalda y me susurra al oído.

Pego un brinco –Te encanta asustarme, ¿no? – digo abrazándola.

–Sí, y lo sabes – dice mientras empezamos a caminar hacia el despacho de Silvana.

–¿Te dijo qué vas a hacer? – pregunto.

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