Lucia
—¡Espera que termine de sacarme el gloss! —digo mientras me dejo caer hacia atrás en el sofá, intentando apartar mi cara de sus manos. Pero es imposible, me tiene bien agarrada de las mejillas.—¡Yo quiero besos con sabor a fresa! —insiste con esa sonrisa traviesa que me derrite. Al final me rindo, dejándola saborearme a gusto.
—¿Feliz? —pregunto, notando mi cara un poco manchada por su entusiasmo.
—Rico, rico —responde, relamiéndose como si hubiera probado algo delicioso.
No puedo evitar soltar una risa mientras me inclino hacia atrás, apoyando mi cabeza en el respaldo del sofá.
—A veces creo que estás más enamorada de mi gloss que de mí —bromeo, mirándola de reojo.
—Nah, es el combo completo —dice, guiñándome un ojo antes de robarme otro beso en la mejilla.
—¡Qué barata tu línea! —respondo, intentando no reír, pero es imposible.
Ella se ríe y se deja caer junto a mí, acomodándose como si no hubiera mejor lugar en el mundo. Intento rodar los ojos, pero por dentro ya estoy completamente derretida.
Me subo a ella, acomodándome mejor en su regazo, sintiendo el latido de su corazón contra mi pecho.
—Admitilo, te encanta cuando me pongo cursi —dice, dejando una mano sobre mi pierna, y con la otra juega con un mechón de mí cabello.
—No tanto —miento, aunque el cosquilleo en mi estómago me delata.
—¿Te conté alguna vez lo mucho que me gustan tus ojos? —le susurro, alzando la vista hacia ella.
—¿Los míos? —pregunta como si fuera la primera vez que lo escucha—. No sé si alguien me lo ha dicho tanto como vos.
—Pues deberían decírtelo más seguido. Son hermosos —me río un poco, sintiendo el calor en mis mejillas.
Silvana deja de jugar con mi pelo por un momento y se inclina hacia mí, sus labios apenas rozando los míos.
—¿Sabés qué es hermoso? —pregunta en voz baja.
—¿Qué? —susurro, ya sintiendo mi corazón acelerarse.
—Tú. Y esa sonrisa que me mata cada vez que la veo.
No puedo evitar sonreír, y sin pensarlo, me lanzo a llenarle la cara de besos rápidos. Silvana se ríe, intentando esquivarme, pero no lo consigue. Cada beso la hace reír más, y yo disfruto viéndola así, tan relajada y feliz.
—¡Para, para! —se queja entre risas—. ¡Me vas a llenar de gloss de nuevo!
—¡Te aguantás! —respondo, riendo también, mientras sigo con mis besos por toda su cara.
De repente, me detengo y me siento más erguida sobre ella, poniendo una expresión seria, como si acabara de recordar algo importante.
Aja...
—Aunque... aún no somos novias, ¿sabías? —digo, cruzándome de brazos sobre el pecho y mirándola con una ceja levantada.
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Historia, Pasión Y Profesora
RomantizmLucia, estudiante. Silvana, profesora. ----En proceso---- © Todos los derechos reservados