capitulo 5.

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– Hola, putas – saludo a mis amigas.

Estuve todo el día en otra, esperando la noche. Cuando salí, mí abuela me vino a buscar, junto con Li, para comprar los vestidos. Me decidí por uno negro, con la espalda descubierta. Lia eligió uno azul corto y también compramos un trajecito para Feli.

Llega la noche y nos preparamos así:

– ¡Qué hermosas están mis niñas! – dice mi mamá al vernos

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– ¡Qué hermosas están mis niñas! – dice mi mamá al vernos.

– Y mira a este príncipe – digo, acercando a Feli.

– Me muero de ternura – dice, agarrándolo en brazos.

– Vamos a sacarnos fotos para IG – dice Lia, llamándome.

Nos ponemos a posar frente al espejo y subimos un par de fotos. Ríen y charlan mientras yo intento concentrarme en la cámara, pero mi mente no puede dejar de pensar en la posibilidad de encontrarme con Silvana en la fiesta.

– Bueno, ¿vamos, señoritas? – dice mi mamá apareciendo en el espejo con una sonrisa.

Fuimos en la Jeep Compass de mamá. El camino estuvo lleno de risas y conversaciones.

Llegamos al evento, un elegante salón decorado con luces cálidas y sofisticadas. La música suave llena el aire y hay un murmullo constante de conversaciones.

– Vamos a buscar un lugar donde sentarnos – dice mi abuela, guiándome a través de la multitud.

Miro a mi alrededor, buscando rostros familiares y saludando a algunos conocidos. De repente, mis ojos se encuentran con los de Silvana.

– ¡ESPEREN, ¿QUÉ?! – mi corazón se acelera al verla en un elegante vestido azul que resalta su figura esbelta. Sus ojos se abren un poco al verme, y una sonrisa se forma en sus labios.

Antes de que pueda reaccionar, mi abuela me lleva hacia un grupo de sus amigas, y me encuentro atrapada en una conversación sobre viejos tiempos y anécdotas de la profesión.

Luego, mi abuela, Lia y yo nos dirigimos a una mesa donde ya estaban sentados algunos conocidos. Me siento un poco nerviosa, no puedo dejar de pensar en la posibilidad de encontrarme con Silvana aquí.

– Lucía, te ves preciosa – dice una voz detrás de mí. Me giro y veo a Isabella, con un vestido rojo que le queda espectacular.

Isabella es una chica de mi edad, nos hicimos amigas de pequeñas en estas fiestas, cuando nuestros padres se juntaban.

– ¡Isabella! No sabía que vendrías – digo, abrazándola.

– Mi papá me trajo, está por allá – dice, señalando a un hombre en traje.

Nos ponemos a charlar, y de repente, siento una mirada fija en mí. Miro a mi alrededor y ahí está ella. Silvana, hablando con algunos colegas. La veo de reojo, tratando de disimular mi nerviosismo.

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