Al salir del hospital, me dirigí hacia el Cyber donde realizaría la tarea que me estaba respirando en la nuca. Después de terminarla, me fui directo a mi casa. La sola idea de mantener mi mente ocupada, me resultaba de pronto muy atractiva. Pues, de ese modo, podía evitar de manera temporal los pensamientos que amenazaban con salir a flote tarde o temprano.
Mi clóset estaba prácticamente desprovisto de ropa adecuada. Los únicos vestidos de noche que tenía, ya los había utilizado en otras ocasiones importantes. Por un pequeño instante, me planteé la posibilidad de pedirle ayuda a mi madrina. Pero la descarté. Ella ya tenía demasiado trabajo encima con la nueva colección de ropa exclusiva que le había encargado una chica, que, aparentemente, era la hija de un prolífico político.
En definitiva, no era una opción plausible.
Opté por un vestido celeste de encaje sencillo que me había regalado Aurora en mi cumpleaños pasado. No era la gran cosa, pero me quedaba lindísimo. Luego, procedí a maquillarme con colores sutiles y neutros. Media hora después, me vi en el espejo, y sonreí satisfecha. Lucía como un ángel.
—¿Por qué te estás arreglando tanto, Teresa?
Mi madre había entrado abruptamente a mi cuarto.
—Voy a salir con un amigo —respondí, colocándome un par de aretes. Mi mamá arrugó el ceño.
—¿Paulo también irá?
—No.
Su semblante de confusión cambió a uno de completa indignación. Puse los ojos en blanco. Sabía lo que se avecinaba: un regaño.
—No es correcto que salgas con un hombre que no es tu novio, Teresa.
Me encaminé hasta mi tocador, y tomé mi perfume favorito. Lo rocié levemente encima de mi cuello y pecho. Luego, me giré para encarar a mi madre con los ojos entornados.
—Ya no estoy con Paulo —la sola mención de su nombre me trajo recuerdos poco gratos. Recuerdos que había intentado mantener a raya con todas mis fuerzas.
—¿Qué? —su gesto era de completa incredulidad. Resistí el deseo de volver a poner los ojos en blanco—. ¿Por qué? ¿Qué le hiciste, Teresa?
Dejé caer el envase de perfume casi vacío sobre el tocador. El golpe sobresaltó a mi madre. ¿Qué carajos acababa de decir? El pulso se me aceleró hasta lo inimaginable. Modulé muchísimo mi voz para no gritarle lo siguiente:
—¿Qué te hace pensar que fue culpa mía?
—Porque él es un muchacho bueno.
—Aaaahh —ironicé, alzando las manos—. O sea que aquí la mala soy yo. ¿Por qué no me sorprende viniendo de tu parte, mamá?
Ella bajó la mirada, y comenzó a caminar de un lado a otro, negando con la cabeza.
—No estoy diciendo eso —dijo—. Es sólo que ese muchacho siempre se comportó demasiado bien contigo. Incluso cuando supo que eras...
Se cortó.
—Dilo —la insté, apretando los dientes—. Sé que te encantaría enrostrarme eso en la cara. ¿Tú crees que no me doy cuenta de lo que piensas? Sé perfectamente que siempre me consideraste inferior a Paulo.
Toda expresión desapareció de su rostro.
—Los ricos, como él, nunca se toman en serio a los pobres como nosotros —dijo—. Creo que por fin dejó de fingir que le interesabas.
Sentí sus palabras como baldes de agua fría. La rabia me circulaba pesadamente por las venas y arterias. La lengua me supo a amargo y a metal quemado. Hice acopio de todo mi autocontrol para no perder los pocos estribos que me quedaban.

ESTÁS LEYENDO
TROTAMUNDOS | Light Yagami y Teresa
Fanfiction¿Qué pasaría si se unieran dos emblemáticos personajes de la ficción? Averígualo leyendo esta historia.