Capítulo 9

322 50 11
                                    

Teresa.

Después de salir de su incipiente sorpresa, se comenzó a acercar a mí pausadamente. Sentí frío. Traté —con todas las fuerzas de mi ser— de lucir completamente normal. Recordé vagamente las palabras de mi maestra de teatro: «Tus dotes actorales son excepcionales. En tu otra vida, sin duda alguna, fuiste actriz». Tragué saliva imperceptiblemente.

Light se detuvo a mitad de la calle. Los transeúntes comenzaron a llenar las aceras, pues las cafeterías y establecimientos habían decidido cerrar sus puertas. Aún era muy temprano para ello, pero no me extrañó. Las cosas se estaban poniendo difíciles en México.

La gente caminaba apurada, completamente ajena a nuestro intercambio de miradas. Me dieron unas ganas terribles de salir corriendo, pero no lo hice. En cambio, seguí con mi falsa fachada, y decidí sonreír abiertamente.

—¡Light! —corrí a abrazarlo. Él se envaró cuando lo rodeé con más fuerza de la requerida. Sus brazos no se movieron de sus costados.

«Invéntate algo rápido».

—¡Estaba tan preocupada por ti! —mentí, quitándome una lágrima actoral de la mejilla. Light frunció el ceño levemente.

—¿Y eso por qué? —su mandíbula marcada no se había tensado aún. Una barrida de viento le sacudió los cabellos que le caían sobre la frente.

—¿Es acaso no has visto las noticias? —hice un gesto de falsa admiración.

Sus ojos miraron a la nada por un pequeño instante, justo como hace rato. Sin embargo, volvió a posarlos en mí rápidamente.

—Ah, eso.

—¿Eso es lo único que tienes para decir? —le pregunté, tocándole la suave piel de su cuello con la punta de mis dedos. Él abrió los ojos con aplomo. Sentí su pulso acelerarse—. Tengo miedo, Light, lo que ha pasado es...

—A ti no te va a pasar nada, Teresa —dictaminó con voz grave, presionando mi mano contra la suya, fuertemente. Había abandonado su tono recatado y caballeroso por uno más posesivo y demandante.

Sonó como si hubiese dicho la mayor de las verdades.

—Ahora, quiero me respondas algo —dijo, mientras me besaba la mano con la que lo había estado acariciando descaradamente—: ¿Qué chingados haces aquí?

El término enteramente mexicano me descolocó. No obstante, eso pasó a segundo plano. Su mirada de lobo feroz, que me escudriñaba sin cuartel, se llevó mi completa atención. Unos dedos blanquecinos y delgados me sujetaron el cuello fuertemente. Las entrañas se me contrajeron. El agarre se hizo aún más intrincado, provocándome un repentino, pero pequeño ataque de asfixia me quemó la garganta.

—Ya te lo dije —dije, deshaciendo un poco mi máscara de calma. El corazón me martilleaba tan fuerte, que por un segundo creí que podía llegar a delatarme en plena mentira. Light cerró los ojos, y negó con la cabeza.

—No te creo, bijin —ronroneó peligrosamente. Parpadeé de forma frenética. Tratando de no llamar la atención, puse mis manos alrededor de su antebrazo, y usé todas mis fuerzas para arrancarlo de mi cuello.

No lo moví ni un milímetro. Nadie parecía darse cuenta de nuestra situación.

Él inspiró hondamente.

—Hueles muy bien —me dijo, pegándose más a mí. Su marcado pecho chocó contra mi acelerado torso. Ahora su boca se encontraba a centímetros de la mía. Su aliento fresco me electrizó los sentidos.

El agarre no me hacía daño, es más, hasta cierto punto... era... agradable. No obstante, no me apetecía sentir ese tipo de "agrado" a mitad de una calle.

TROTAMUNDOS | Light Yagami y TeresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora