El pequeño cobertizo en el pequeño jardín de los Delorien era, en esencia, un laberinto de ciencia improvisada. El espacio no era más grande que un garaje, pero Kat había convertido ese rincón en un refugio de experimentación. Los estantes estaban llenos de frascos, herramientas y papeles desordenados, y la única ventana sucia permitía que la luz del sol del atardecer entrara a duras penas.
Kaito, el viejo gato anaranjado, estaba acurrucado en una esquina del banco de trabajo. A sus diez años, su pelaje estaba algo enmarañado, pero su ronroneo constante y su presencia cálida eran una fuente de consuelo para Kat en las largas y solitarias noches de trabajo.
―Hola, Kaito –murmuró Kat mientras ajustaba un pequeño dispositivo–. ¿Listo para otra noche de ciencia?
El gato levantó la cabeza, sus grandes ojos verdes parpadeando con una mezcla de curiosidad y somnolencia. Aunque Kat sabía que el animal no entendía mucho de ciencia, su compañía le proporcionaba un alivio valioso. La pequeña radio en el cobertizo reproducía música clásica a bajo volumen, creando un ambiente tranquilo que ayudaba a Kat a concentrarse.
Ella estaba sentada frente a una pantalla llena de datos y gráficos mientras ajustaba el dispositivo de control de los nanorobots. Había logrado adquirir una muestra de tejido animal a través de un canal poco convencional: un fragmento defectuoso del laboratorio donde trabajaba anteriormente, adquirido de manera no oficial. Aunque el método era poco ortodoxo, era el único medio accesible que tenía para experimentar.
―Mira esto, Kaito –dijo Kat mientras ajustaba el sistema–. Esta es nuestra oportunidad. Si los nanorobots funcionan como deberían, este tejido puede ser revolucionario.
Kaito parpadeó lentamente, claramente más interesado en dormir que en las ambiciones de la chica. Kat activó el sistema, y los nanorobots comenzaron a trabajar en la muestra. Sin embargo, lo que ocurrió a continuación fue un desastre.
A medida que los nanorobots se movían, la pantalla comenzó a mostrar anomalías alarmantes. El tejido no solo se estaba regenerando, sino que parecía duplicarse de manera caótica. Nuevas capas de tejido se formaban desorganizadas, mezclándose sin ningún patrón coherente. El sistema de IA, en lugar de corregir, parecía contribuir al problema, creando una masa amorfa de tejido en lugar de algo funcional.
―¡No, no, no! –exclamó Kat mientras observaba el caos en la pantalla–. ¿Qué está pasando?
El tejido se estaba convirtiendo en una masa gelatinosa que parecía expandirse sin control. Kat intentó ajustar los parámetros, pero cada intento solo parecía empeorar la situación. En un momento, la pantalla parpadeó y se apagó, dejando a Kat en la penumbra del cobertizo con un sentimiento de desesperación.
―¿Qué hice mal? –se preguntó Kat, tratando de contener las lágrimas de frustración.
Kaito levantó la cabeza y maulló, en un gesto de apoyo. Ella lo acarició con ternura, buscando algo de consuelo en la presencia de su viejo amigo. Se inclinó hacia él y le besó la coronilla con dulzura.
―Lo siento –dijo Kat, tratando de recuperar el aliento–. Parece que aún queda mucho por hacer.
Con el primer ensayo fallido a cuestas, Kat decidió ir a casa para descansar. Se encontró con su madre en la cocina, que estaba preparando una cena simple. Clara Delorien, con su cabello castaño recogido en un moño desordenado y un delantal floreado sobre una blusa de algodón, era una figura maternal y acogedora. A pesar de las arrugas en su rostro, que hablaban de años de esfuerzo y preocupación, sus ojos reflejaban una calidez inquebrantable. El aroma a comida casera llenaba el aire, un contraste reconfortante con el ambiente frío del cobertizo.
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Saga Asedrian: El Legado de Atrivia - Libro 1
خيال (فانتازيا)Katerina Delorien ha dejado atrás el dolor de una traición pasada y ha logrado destacar como científica gracias a su talento e inteligencia. Ahora, está lista para revolucionar el mundo de la biotecnología con sus innovadoras investigaciones. Sin em...