Capítulo 11.

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Lando mantuvo la calma una vez que el fin de semana había terminado, al igual que la fiesta del festejo de la victoria del mayor de los pilotos de Ferrari.

Esa noche no había bebido mucho en comparación de sus amigos, a los cuales por seguridad acompañó a cada uno hasta su habitación para asegurar su bienestar.

El único con el que no había cruzado si quiera una mirada fue con el australiano, pero el problema había sucedido en la mañana temprano.

Y de solo recordarlo a Lando le dolía el corazón.

¿Por qué no puedo ser como Carlos? ¿Por qué no puedo engañarlo deliberadamente como él a mi?

El cargo de consciencia sabía que le haría mal en todo sentido, y si lo pensaba bien no quería rebajarse al nivel de su novio. Norris era mucho más que un chico que le gusta la venganza.

― ¿Llegaron bien tus amigos? ― la voz del australiano lo hizo salir de sus pensamientos y tensar su cuerpo un poco.

― Si, no sé realmente como siguen ahora, solo me aseguré de que entraran a sus habitaciones. ― le dirigía la palabra, más no la mirada.

― Claro, para que no terminaran en camas ajenas.

Lando sentía cómo el cuerpo del menor de a poco y con cautela se acercaba al suyo, como si quisiera ver que tanto le permitía acortar la distancia.

― ¿Tú no quieres terminar en una cama ajena?

El británico tragó con fuerza mientras mordía su labio en señal de nervios. Iba a ser sincero, Oscar si le parecía un chico muy atractivo y sobre todo gentil, pero era como si en la noche después de unos tragos ese atractivo se intensificara y la gentileza que portaba se fuera para ser sustituida por algo de pasión y lujuria acumulada en su mirada.

― Yo... ― no supo que decir cuando sintió la respiración de su compañero cada vez más cerca.

Yo no soy como Carlos. Yo no soy como Carlos. Se repitió varias veces mientras sentía las manos de Oscar posarse sobre su cintura y su cuerpo acomodarse detrás suyo, acercando su cabeza por un costado.

― Si puedo hacer que no me mires cuando te hablo, también puedo hacer que me mires mientras te hago mío, Norris. ― lentamente dejó un beso en el cuello del mayor sin soltarlo.

El de ojos olivos definitivamente estaba al borde de la locura por este chico, en ningún momento se imaginó que alguien más llegaría a sacarle tales pensamientos donde no incluía que Lando fuera solo un amigo.

― Oscah.... ― parecía una suplica a los diferentes besos que aún daba en el cuello ― Carlos es mi novio.

― Él no tiene que enterarse, sería solo un secreto de nosotros dos.

A pesar de las acciones tentadoras que lo hacían cerrar sus ojos y dar paso a la imaginación, sus manos de un momento a otro intervinieron sin necesidad de que su mente consciente dictara la orden.

― ¿Qué pasó?

― Oscar, yo no puedo ser como Carlos. Lo lamento. ― sus ojos se encontraron, Lando buscaba un perdón pero Oscar buscaba convicción.

― Lo entiendo. No fue mi intención hacer esto así.

Lando no entendió a lo que se refería, pero por el momento prefería mantener su silencio en el ascensor.

Al llegar a su piso correspondiente ambos bajaron sumergidos en ese mismo silencio que había iniciado hace poco. Pero antes de que cada uno fuera a su habitación, el menor decidió dirigir las últimas palabras.

Infidelidad  ⎯   Charlos/LandoscarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora