Capitulo cinco.

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Pensar que alguien le atraía ciertamente era aterrador, hace más de un año se consideraba una persona totalmente libre, le gustaba su vida justo como estaba, se sentía cómodo y feliz.

Pero Torao no le quitaba nada de eso, creía fielmente que le agregaba brillo a su vida, desde que conoció al estudiante de medicina, no se sentía completo si no compartían miradas en el día, era curioso, nunca había pensado que le faltara algo hasta que lo descubrió. Le faltaba él.

Era un poco gracioso, pero no dejaba de asustarlo. Y es que, siendo sinceros, no era el chico más lindo de todos, no contaba con buena altura, tenía una cicatriz en la cara, otra enorme en el pecho y estaba lleno de inseguridades que luchaba por ignorar. No era él más inteligente, ni él más práctico, ni delicado.

¿Como podría siquiera gustarle a un tipo tan serio y centrado como Trafalgar? Le parecía hasta un poco ridículo, no creía ser suficientemente bueno para el moreno.

Torao era inteligente, bastante guapo, tenia un futuro prometedor y era tan divertido y amable que cualquiera podría fijarse en él. Ni siquiera sabía si le gustaban los hombres. Estaba realmente acabado. Golpeo con fuerza el saco de arena, sus nudillos eran protegidos solo por un par de vendajes.

Aquella era su manera de concentrarse, de liberar toda la tensión de su cuerpo convirtiéndola en fuerza, el sudor caía por su pecho y rostro, su cabello estaba empapado, se alejo, buscando algo de aire, miró sus puños, los vendajes parecían enrojecer en sus nudillos y solo chasqueo la lengua.

Robin lo miraba entre preocupada y seria, su pecho se contrajo, su amigo parecía tener un dilema mental en el que tenía prohibido meterse, cuando Luffy boxeaba, no era recomendable interrumpir.

Entro al ring, su entrenador, Jimbei, lo esperaba, ambos se pusieron en posición, y cuando sonó la campana, se abalanzaron uno sobre él otro con violencia. Pensaba en su situación, no encontraba un consuelo a sus propios pensamientos, es decir, ¿como te convences a ti mismo que no eres el problema? ¿Que no hay nada de malo en ti?

Soltó un grito agresivo al golpear al mayor, sin darle tiempo de responder, lo acorralo, lanzando golpes una y otra y otra vez. En el box, era muy importante el peso y estatura de tu contrincante, pero eso jamás fue un problema para él, con la mente nublada, solo se lanzaba al ataque, era algo que disfrutaba, pero justo ahora, se sentía pesado, casi molesto consigo mismo.

Frustrado.

Y es que, habían pasado dos días desde la última vez que vio a Torao, lo había estado evitando a propósito, apesar de sentir que le desgarraban los tejidos por dentro, simplemente sentía que podría derretirse o ponerse en evidencia si lo hacía.

Suponiendo que era correspondido, ¿debería ilusionarse demasiado o mantenerse neutral? ¿Y si llegaba alguien mejor? ¿Que haría entonces? Era obvio, dejarlo ir.

No, ese no era él. No quería dejarlo ir.

Entonces, ¿Por qué dejó ir a Zoro? Él amo a Zoro, entonces, ¿por qué? ¿Acaso no fue importante? Eso era más que falso, Zoro fue la persona más importante de su mundo en algún momento. No podía no haberle importado, entonces, no sabía de qué se trataba, Era confuso. Pero justo ahora, no sé sentía dispuesto a abandonar lo que quería. Justo como antes.

Como el Luffy que hacía lo que quería sin detenerse a pensar en inseguridades.

Debería...?

Un derechazo llego a su cabeza, justo en sus sentidos, mandándolo directamente al suelo, sintió la sangre correr, escucho el jadeo de Robin, escucho un infernal pitido dentro de su cabeza, se sintió mareado, sus ojos se cerraron.

El capitán de corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora