Capitulo seis.

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Law se encontraba ciertamente sorprendido, jamás pensó que existiera tanto orden dentro de Luffy, pues su personalidad era desastrosa, viendo su departamento desde la entrada, podía apreciar el brillo de los lienzos colgados en las paredes color hueso, algunas incluso tenían dibujos en ellas. Sonrió de lado, se veía como Luffy, se sentía como él, el agradable calor en el pecho era parte del sentimiento que lo abrazaba cada vez que estaba ese pequeño azabache cerca.

Entro al hogar, dejando sus zapatos al lado de la puerta, siguiendo a Luffy hasta la cocina, donde en la mesa dejo las bolsas de compras que habían hecho, carne, verduras, frituras, ropa de pijama que Luffy insistió en llevar, era un lindo conjunto rojo de seda, con botones negros y los bordes del mismo color, a juego con uno negro con botones rojos y bordes del mismo color.

No admitiría cuanto le habían gustado.

Sonrió al escucharlo parlotear de sus entrenamientos, sus anécdotas en el gym o cuando viajo por primera vez en un barco. Era increíble la cantidad de información que tenía esa pequeña cabeza, si hablaba de un tema, como la platas, Luffy saltaría emocionado y diría que a veces sus raíces eran tan resistentes que era casi imposible romperlas. Si hablaba de ciencia, Luffy hablaría sobre cómo le interesaba todo lo que pensaba Marie Curie y si hablaba de alguna teoría loca sobre el espacio y el universo, Luffy le contaría las suyas.

Jamás dejaba de hablar, y eso le encantaba, odiaba cuando la gente era demasiado básica, cuando hablaba emocionado de Astronomía y solo conocían la capa de Ozono.  Era incluso frustrante.

Pero con Luffy no tenía que preocuparse de eso, al muchacho le interesaba saber absolutamente todo, y cuando desconocía de un tema, no para de hacer preguntas, le gustaba eso, amaba eso.

Lo miro agacharse para buscar donde empezar a preparar la comida, había dicho que era un desastre cocinando, pero le había explicado que no era en plan 《Si entro a la cocina incendiare el departamento o se me quemara el agua》 era más bien la definición de la palabra desastre: sartenes por allá, tazas por ahí, tenedores en el suelo. Un desastre. Mirando su oscuro cabello, se dio cuanta de algunos cabellos blancos escondidos en su melena, ladeo la cabeza curioso, buscando más de esos atrevidos cabellos.

Le hizo reír la idea de un Luffy tiñendo su cabello de blanco y luego arrepintiendose, lo miro con los ojos llenos de curiosidad y se agacho junto a él.

—¿Teñiste tu cabello?—El pequeño volteo a verlo, confundido, para luego soltar una carcajada.

—¿Hablas de los mechones blancos escondidos?—Asintió.—No, no, desde que nací han estado ahí, creo que cada vez son más.

—¿sindrome de waardenburg?

—¿Acaso eso no cambiaría el color de mis ojos? —Asintió otra vez, tenía razón.—Nunca me he hecho estudios para saberlo, se ve cool. —Sonrió entretenido ante la mueca de orgullo del menor, tenía razón, se veía genial. —Además, yo escucho perfectamente, eh.

No lo dudaba, Luffy era de lo más chismoso que había conocido, se sabía todas las historias dramáticas de los universitarios y parecía psicólogo hablando con tanta sabiduría en pocas ocasiones. Tras ayudarlo con la cena (aprendiendo que el menor cocinaba bastante bien para su sorpresa) Ambos llevaron los platos a la sala, donde el gran sillón gris los recibió cómodamente. En la pantalla se reproducía la saga de películas Marvel en orden cronológico, a Luffy le encantaban mientras que a él le parecían una mierda, pero escucharlo hablar emocionado era premio suficiente para mantener su boca cerrada y ojos fijos en la pantalla.

Embobado.

Embobado

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El capitán de corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora